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29 de agosto de 2017


Lecturas de la Santa Misa

Memoria del Martirio de San Juan Bautista



ANTÍFONA DE ENTRADA     Cfr. Sal 118, 46-47
Sin temor alguno he expuesto tu ley ante los reyes y he repetido tus preceptos porque en verdad los amo.

ORACIÓN COLECTA
Dios nuestro, tú que quisiste que san Juan Bautista fuera el Precursor del nacimiento y de la muerte de tu Hijo, concédenos que, así como él dio la vida como testigo de la verdad y la justicia, también nosotros luchemos con valentía en la afirmación de tu verdad. Por nuestro Señor Jesucristo...

PRIMERA LECTURA
Queríamos entregarles, no sólo el Evangelio de Dios, sino también nuestra propia vida.
De la primera carta del apóstol san Pablo a los tesalonicenses: 2, 1-8
Hermanos: Bien saben que nuestra estancia entre ustedes no fue inútil, pues a pesar de los sufrimientos e injurias que padecimos en Filipos y que ya conocen, tuvimos el valor, apoyados en nuestro Dios, de predicarles su evangelio en medio de una fuerte oposición.
Es que nuestra predicación no nace del error ni de intereses mezquinos ni del deseo de engañarlos, sino que predicamos el evangelio de acuerdo con el encargo que
Dios, considerándonos aptos, nos ha hecho, y no para agradar a los hombres, sino a Dios, que es el que conoce nuestros corazones.
Nunca nos hemos presentado, bien lo saben ustedes y Dios es testigo de ello, con palabras aduladoras ni con disimulada codicia, ni hemos buscado las alabanzas de ustedes ni las de nadie. Aunque hubiéramos podido imponerles nuestra autoridad, como apóstoles de Cristo, sin embargo los tratamos con la misma ternura con la que una madre estrecha en su regazo a sus pequeños. Tan grande es nuestro afecto por ustedes, que hubiéramos querido entregarles no solamente el evangelio de Dios, sino también nuestra propia vida, porque han llegado ustedes a sernos sumamente queridos.
Palabra de Dios.

SALMO RESPONSORIAL
Del salmo 138,1-2.4-6
R/. Condúceme, Señor, por tu camino.

Tú me conoces, Señor, profundamente:
tú conoces cuándo me siento y me levanto,
desde lejos sabes mis pensamientos,
tú observas mi camino y mi descanso,
todas mis sendas te son familiares. R/.

Apenas la palabra está en mi boca,
y ya, Señor, te la sabes completa.
Me envuelves por todas partes
y tienes puesta sobre mí tu mano.
Ésta es una ciencia misteriosa para mí,
tan sublime, que no la alcanzo. R/.


ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO     Mc 5, 10
R. Aleluya, aleluya.
Dichosos los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos, dice el Señor. R/.

EVANGELIO
Quiero que me des ahora mismo, en una charola, la cabeza de Juan el Bautista.
Del santo Evangelio según san Marcos: 6, 17-29

En aquel tiempo, Herodes había mandado apresar a Juan el Bautista y lo había metido y encadenado en la cárcel. Herodes se había casado con Herodías, esposa de su hermano Filipo, y Juan le decía: "No te está permitido tener por mujer a la esposa de tu hermano". Por eso Herodes lo mandó encarcelar.
Herodías sentía por ello gran rencor contra Juan y quería quitarle la vida, pero no sabía cómo, porque Herodes miraba con respeto a Juan, pues sabía que era un hombre recto y santo, y lo tenía custodiado. Cuando lo oía hablar, quedaba desconcertado, pero le gustaba escucharlo.
La ocasión llegó cuando Herodes dio un banquete a su corte, a sus oficiales y a la gente principal de Galilea, con motivo de su cumpleaños. La hija de Herodías bailó durante la fiesta y su baile les gustó mucho a Herodes y a sus invitados. El rey le dijo entonces a la joven: "Pídeme lo que quieras y yo te lo daré". Y le juró varias veces: "Te daré lo que me pidas, aunque sea la mitad de mi reino".
Ella fue a preguntarle a su madre: "¿Qué le pido?" Su madre le contestó: "La cabeza de Juan el Bautista". Volvió ella inmediatamente junto al rey y le dijo: "Quiero que me des ahora mismo, en una charola, la cabeza de Juan el Bautista".
El rey se puso muy triste, pero debido a su juramento y a los convidados, no quiso desairar a la joven, y enseguida mandó a un verdugo que trajera la cabeza de Juan. El verdugo fue, lo decapitó en la cárcel, trajo la cabeza en una charola, se la entregó a la joven y ella se la entregó a su madre.
Al enterarse de esto, los discípulos de Juan fueron a recoger el cadáver y lo sepultaron.
Palabra del Señor.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Por estos dones que te presentamos, concédenos, Señor, seguir rectamente tus caminos, como enseñó san Juan Bautista, la voz que dama en el desierto, y confirmó valerosamente derramando su sangre. Por Jesucristo, nuestro Señor.

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN     Cfr. Jn 3, 27. 30
Refiriéndose a Jesús, Juan Bautista decía a sus discípulos: Es necesario que él crezca y que yo venga a menos.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Al celebrar el martirio de san Juan Bautista, concédenos, Señor, venerar el misterio de los sacramentos de salvación que hemos recibido y alegrarnos por sus frutos. Por Jesucristo, nuestro Señor.



COMENTARIO

BENEDICTO XVI. AUDIENCIA GENERAL. CASTELGANDOLFO, MIÉRCOLES 29 DE AGOSTO DE 2012. 

EL AMOR A CRISTO NO ADMITE COMPONENDAS

Queridos hermanos y hermanas, celebrar el martirio de san Juan Bautista nos recuerda también a nosotros, cristianos de nuestro tiempo, que el amor a Cristo, a su Palabra, a la Verdad, no admite componendas. La Verdad es Verdad, no hay componendas. La vida cristiana exige, por decirlo así, el «martirio» de la fidelidad cotidiana al Evangelio, es decir, la valentía de dejar que Cristo crezca en nosotros, que sea Cristo quien oriente nuestro pensamiento y nuestras acciones. Pero esto sólo puede tener lugar en nuestra vida si es sólida la relación con Dios. La oración no es tiempo perdido, no es robar espacio a las actividades, incluso a las actividades apostólicas, sino que es exactamente lo contrario: sólo si somos capaces de tener una vida de oración fiel, constante, confiada, será Dios mismo quien nos dará la capacidad y la fuerza para vivir de un modo feliz y sereno, para superar las dificultades y dar testimonio de él con valentía. Que san Juan Bautista interceda por nosotros, a fin de que sepamos conservar siempre el primado de Dios en nuestra vida.





COMENTARIO

SAN BEDA EL VENERABLE (C.673-735), MONJE BENEDICTINO, DOCTOR DE LA IGLESIA. HIMNO PARA EL MARTIRIO DE SAN JUAN BAUTISTA; PL 94, 630.

PRECURSOR EN LA MUERTE COMO EN LA VIDA

Ilustre precurso de la gracia y mensajero de la verdad,
Juan Bautista, la antorcha de Cristo,
llega a ser el evangelista de la Luz eterna.

El testimonio profético que no cesó de dar,
en su mensaje, toda su vida y su actividad,
hoy lo signa con su sangre y su martirio.

Siempre había precedido a su Maestro:
Naciendo, había anunciado su venida al mundo.
Bautizando a los penitentes en el Jordán,
había prefigurado a aquél que venía a instituir su bautismo.

Y la muerte de Cristo Redentor, su Salvador,
que dio vida al mundo,
Juan Bautista la vivió también antes,
derramando su sangre por él, por amor.

Un tirano cruel lo escondió en una prisión y entre hierros,
en Cristo, las cadenas no pueden atar
a aquel a quien un corazón libre abre al Reino.

¿Cómo la oscuridad y las torturas de un oscuro calabozo
podían cambiar la razón de aquel que ve la gloria de Cristo,