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16 de agosto de 2017


Lecturas de la Santa Misa

Memoria de San Esteban De Hungría



ANTÍFONA DE ENTRADA     Cfr. Flp 2,30
Este santo, por seguir a Cristo, estuvo a las puertas de la muerte, y entregó su vida en sacrificio.

ORACIÓN COLECTA
Dios todopoderoso, que hiciste de san Esteban, rey de Hungría, un propagador de tu Iglesia durante su reinado en la tierra, concede a tu pueblo la gracia de tenerlo como glorioso defensor en el cielo. Por nuestro Señor Jesucristo...

PRIMERA LECTURA
Murió Moisés en Moab, como había dicho el Señor, y no ha vuelto a surgir en Israel ningún profeta como él.
Del libro del Deuteronomio: 34, 1-12
En aquellos días, Moisés subió del valle de Moab al monte Nebo, a la cima del Pisgá, que mira hacia Jericó. Desde ahí le mostró el Señor todo el país: la región de Galaad hasta Dan; el territorio de Neftalí, de Efraín y de Manasés; todo el territorio de Judá hasta el mar Mediterráneo; las tierras del sur; el amplio valle que circunda a Jericó, la ciudad de las palmeras, hasta Soar, y le dijo: "Ésta es la tierra que les prometí a Abraham, a Isaac y a Jacob, diciéndoles que se la daría a sus descendientes. A ti te la he dejado ver con tus propios ojos, pero tú no entrarás en ella".
Y Moisés, siervo del Señor, murió ahí, en Moab, como había dicho el Señor. Lo enterraron en el valle de Moab, frente a Bet Fegor, pero hasta el día de hoy nadie ha conocido el lugar de su tumba. Moisés murió a la edad de ciento veinte años y no había perdido la vista ni las fuerzas. Los israelitas estuvieron llorando a Moisés en el valle de Moab treinta días, tiempo señalado para el duelo de Moisés.
Josué, hijo de Nun, estaba lleno del espíritu de sabiduría, porque Moisés le había impuesto las manos. Los israelitas lo obedecieron, como el Señor se lo había ordenado a Moisés.
No ha vuelto a surgir en Israel ningún profeta como Moisés, con quien el Señor trataba cara a cara; ni semejante a él en las señales y prodigios que el Señor le mandó realizar en Egipto, contra el faraón, su corte y su país; ni por su poder y los grandes portentos que hizo en presencia de todo el pueblo de Israel.
Palabra de Dios.

SALMO RESPONSORIAL
Del salmo 65,1-3a. 5.16-17
R/. Bendito sea el Señor.

Que aclame al Señor toda la tierra.
Celebremos su gloria y su poder,
cantemos un himno de alabanza,
digamos al Señor: "ni obra es admirable!" R/.

Admiremos las obras del Señor,
los prodigios que ha hecho por los hombres.
Naciones, bendigan a nuestro Dios,
hagan resonar sus alabanzas. R.

Cuantos temen a Dios, vengan y escuchen,
y les diré lo que ha hecho por mí.
A Él dirigí mis oraciones
y mi lengua le cantó alabanzas. R/.


ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO     2 Co 5, 19
R. Aleluya, aleluya.
Dios ha reconciliado consigo al mundo, por medio de Cristo, y nos ha encomendado a nosotros el mensaje de la reconciliación. R/.

EVANGELIO
Si tu hermano te escucha, lo habrás salvado.
Del santo Evangelio según san Mateo: 18, 15-20

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Si tu hermano comete un pecado, ve y amonéstalo a solas. Si te escucha, habrás salvado a tu hermano. Si no te hace caso, hazte acompañar de una o dos personas, para que todo lo que se diga conste por boca de dos o tres testigos. Pero si ni así te hace caso, díselo a la comunidad; y si ni a la comunidad le hace caso, apártate de él como de un pagano o de un publicano.
Yo les aseguro que todo lo que aten en la tierra, quedará atado en el cielo, y todo lo que desaten en la tierra, quedará desatado en el cielo.
Yo les aseguro también que si dos de ustedes se ponen de acuerdo para pedir algo, sea lo que fuere, mi Padre celestial se lo concederá; pues donde dos o tres se reúnen en mi nombre, ahí estoy yo en medio de ellos".
Palabra del Señor.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Por esta ofrenda que te presentamos, Señor, en la conmemoración de san Esteban de Hungría, concede a tus fieles los dones de la unidad y de la paz. Por Jesucristo, nuestro Señor.

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN     Mc 8, 35
El que pierda su vida por mí y por el Evangelio, dice el Señor, la salvará.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Que los sacramentos recibidos, Señor, en la conmemoración de san Esteban de Hungría, santifiquen nuestras mentes y nuestros corazones, para que merezcamos participar de la naturaleza divina. Por Jesucristo, nuestro Señor.



COMENTARIO

BEATA TERESA DE CALCUTA (1910-1997), FUNDADORA DE LA MISIONERAS DE LA CARIDAD. EL AMOR MÁS GRANDE

«TODO LO QUE DESATAREIS EN LA TIERRA, SERÁ DESATADO EN EL CIELO»: EL SACRAMENTO DEL PERDÓN

El otro día un periodista me hizo una curiosa pregunta:
¿Incluso usted tiene que confesarse? Sí, le dije. Me confieso cada semana. Entonces Dios tiene que ser muy exigente, si hasta usted tiene que confesarse.
Seguro que su hijo a veces se equivoca, le dije. Y ¿qué ocurre cuando viene y le dice «papá, lo siento»?, ¿qué hace usted? Lo rodea con sus brazos y lo besa. ¿Por qué? Pues porque esa es su manera de decirle que lo ama.
Dios hace lo mismo. Nos ama tiernamente.
Por lo tanto cuando pecamos o cometemos un error, lo que debemos hacer es servirnos de eso para acercarnos más a Dios. Digámosle humildemente: «Sé que no debería haber hecho esto, pero incluso esta falta te la ofrezco».
Si hemos pecado o cometido un error, digámosle: «¡Lo siento! Me arrepiento». Dios es un Padre que perdona. Su clemencia es mayor que nuestros pecados. Él nos perdonará.