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14 de agosto de 2017


Lecturas de la Santa Misa

Memoria de San Maximiliano María Kolbe, presbítero y mártir



ANTÍFONA DE ENTRADA     Cfr. Mt 25, 34. 40
Vengan, benditos de mi Padre, dice el Señor. Yo les aseguro que, cuanto hicieron con el más insignificante de mis hermanos, conmigo lo hicieron.

ORACIÓN COLECTA
Dios nuestro, que llenaste de celo por las almas y de amor al prójimo al presbítero y mártir san Maximiliano María Kolbe, inflamado en amor a la Virgen Inmaculada, concede, propicio, que, por su intercesión, trabajando esforzadamente por tu gloria al servicio de los hombres, podamos asemejarnos a tu Hijo hasta la muerte. Él, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

PRIMERA LECTURA
No cierren su corazón. Amen al forastero, porque también ustedes lo fueron en Egipto.
Deuteronomio 10,12-22
En aquellos días, Moisés le dijo al pueblo estas palabras: "Ahora, Israel, advierte bien lo que el Señor te pide: Que temas al Señor, tu Dios; que cumplas su voluntad y lo ames; que sirvas al Señor, tu Dios, con todo el corazón y toda el alma; que cumplas los preceptos del Señor, y los mandamientos que hoy te impongo para tu bien.
Es cierto que el cielo y toda su inmensidad, la tierra y cuanto hay en ella son del Señor, tu Dios; sin embargo, sólo con tus padres se unió el Señor con alianza de amor, y sólo a ustedes, sus descendientes, los eligió de entre todos los pueblos, como pueden comprobarlo todavía.
No cierren, pues, su corazón ni endurezcan su cabeza, porque el Señor, su Dios, es el Dios de los dioses y el Señor de los señores, Dios grande, fuerte y terrible; no es parcial ni acepta sobornos, hace justicia al huérfano y a la viuda, ama al forastero y le da pan y vestido. Amen, pues, al forastero, porque también ustedes lo fueron en Egipto.
Teme al Señor, tu Dios; sírvelo; vive unido a él y jura en su nombre. Él será tu gloria, él será tu Dios, pues él hizo por ti las terribles hazañas que tus ojos han visto. Setenta eran tus padres cuando fueron a Egipto, y ahora, Israel, el Señor, tu Dios, te ha hecho un pueblo numeroso como las estrellas del cielo".
Palabra de Dios.

SALMO RESPONSORIAL
Del salmo 147, 12-13. 14-15. 19-20
R/. Glorifica al Señor, Jerusalén

Glorifica al Señor, Jerusalén,
a Dios ríndele honores, Israel.
Él refuerza el cerrojo de tus puertas
y bendice a tus hijos en tu casa. R/.

Él mantiene la paz en tus fronteras,
con su trigo mejor sacia tu hambre.
Él envía a la tierra su mensaje
y su palabra corre velozmente. R/.

Le muestra a Jacob su pensamiento,
sus normas y designios a Israel.
No ha hecho nada igual con ningún pueblo,
ni le ha confiado a otro sus proyectos. R/.


ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO     Cfr 2 Tes 2, 14
R. Aleluya, aleluya.
Dios nos ha llamado, por medio del Evangelio, a participar de la gloria de nuestro Señor Jesucristo. R/.

EVANGELIO
Lo matarán, pero resucitará. Los hijos están exentos de impuestos 
Mateo 17, 22-27 

En aquel tiempo, se hallaba Jesús con sus discípulos en Galilea y les dijo: "El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres; lo van a matar, pero al tercer día va a resucitar". Al oír esto, los discípulos se llenaron de tristeza.
Cuando llegaron a Cafarnaúm, se acercaron a Pedro los recaudadores del impuesto para el templo y le dijeron: "¿Acaso tu maestro no paga el impuesto?" Él les respondió: "Sí lo paga".
Al entrar Pedro en la casa, Jesús se adelantó a preguntarle: "¿Qué te parece, Simón? ¿A quiénes les cobran impuestos los reyes de la tierra, a los hijos o a los extraños?" Pedro le respondió: "A los extraños". Entonces Jesús le dijo: "Por lo tanto, los hijos están exentos. Pero para no darles motivo de escándalo, ve al lago y echa el anzuelo, saca el primer pez que pique, ábrele la boca y encontrarás una moneda. Tómala y paga por mí y por ti".
Palabra del Señor.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Te presentamos, Señor, nuestros dones, pidiéndote humildemente que, a ejemplo de san Maximiliano María, aprendamos a ofrecerte nuestra vida. Por Jesucristo, nuestro Señor.

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN     Cfr. Jn 15, 13
Nadie tiene amor más grande a sus amigos que el que da la vida por ellos, dice el Señor.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Te pedimos, Señor, que, alimentados con el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo, nos inflame aquel mismo fuego de caridad que san Maximiliano María recibió de este sagrado banquete. Por Jesucristo, nuestro Señor.



COMENTARIO

SAN JUAN PABLO II. HOMILÍA EN LA MISA DE CANONIZACIÓN DE SAN MAXIMILIANO MARÍA KOLBE. PLAZA DE SAN PEDRO, 10 DE OCTUBRE DE 1982.

LO PROBÓ «COMO ORO EN EL CRISOL Y LE AGRADÓ COMO UN HOLOCAUSTO» (CF. SAB 3,6).

¿Qué sucedió en el búnker del hambre del campo de concentración de Oswiecim (Auschwitz), el 14 de agosto de 1941?

...«Dios probó» a Maximiliano María «y lo encontró digno de sí» (cf. Sab 3,5). Lo probó «como oro en el crisol y le agradó como un holocausto» (cf. Sab 3,6).

Aunque «a los ojos de los hombres padecía un castigo», sin embargo, «su esperanza estaba llena de inmortalidad», ya que «las almas de los justos están en las manos de Dios y no les tocará tormento alguno». Y cuando, humanamente hablando, les llega el tormento de la muerte, cuando «a los ojos de los hombres parece que mueren...», cuando «su partida de este mundo es considerada por nosotros como una desgracia...», «ellos están en paz»: tienen su vida y su gloria «en las manos de Dios» (cf. Sab 3,1-4).

Semejante vida es fruto de la muerte a la manera de la muerte de Cristo. La gloria es la participación en su resurrección.

¿Qué sucedió, pues, en el búnker del hambre, el día 14 de agosto de 1941?

Se cumplieron las palabras de Cristo a los Apóstoles, al «enviarlos a dar fruto y un fruto que permaneciese» (Jn 15,16).

El fruto de la muerte heroica de Maximiliano Kolbe perdura de modo admirable en la Iglesia y en el mundo.

Los hombres miraban lo que sucedía en el campo de «Auschwitz» (Oswiecim). Y, aunque a sus ojos les parecía que «moría» un compañero de su tormento, aunque humanamente podían considerar su «partida de este mundo» como «una desgracia», sin embargo, en su conciencia ésta no era simplemente «la muerte».

Maximiliano no murió, «dio la vida... por el hermano».

En esta muerte, terrible desde el punto de vista humano, estaba toda la definitiva grandeza del acto y de la opción humanas: voluntariamente se ofreció a la muerte por amor.

En esta su muerte humana había un testimonio transparente de Cristo: el testimonio dado en Cristo a la dignidad del hombre, a la santidad de su vida y a la fuerza salvadora de la muerte, en la que se manifiesta la fuerza del amor.

Por esto, la muerte de Maximiliano Kolbe se convirtió en un signo de victoria. La victoria conseguida sobre todo el sistema de desprecio y odio hacia el hombre y hacia lo que de divino existe en el hombre; victoria semejante a la conseguida por nuestro Señor Jesucristo en el calvario.

«Seréis mis amigos si hacéis lo que yo os mando» (Jn 15,14).






COMENTARIO

SAN AMBROSIO (HACIA 340-397), OBISPO DE MILÁN Y DOCTOR DE LA IGLESIA. COMENTARIO DEL SALMO 48,14-15

«LOS HIJOS SON LIBRES»

Cuando Cristo reconcilió el mundo con Dios, personalmente no tuvo necesidad de reconciliación el mismo. El que no tuvo ni sombra de pecado no podía expiar sus propios pecados. Así, cuando le pidieron los judíos el didracma del tributo que, según la Ley, se tenía que pagar por el pecado, pregunto a Pedro: «Simón, ¿ los reyes del mundo a quien le cobran impuestos? ¿ A sus hijos o a los extraños?» Pedro contestó:«A los extraños». Jesús le dijo:«Los hijos están exentos. Sin embargo, para no escandalizarlos, ve al lago, echa el anzuelo, coge el primer pez que pique, ábrele la boca y encontrarás una moneda de plata. Cógela y págales por mí y por ti».

Cristo dio a entender con esto que él no estaba obligado a pagar para expiar pecados propios, porque no era esclavo del pecado, sino que, siendo como era Hijo de Dios, estaba exento de toda culpa. El Hijo libera y el esclavo está sujeto al pecado. Por tanto es libre de todo, Jesús no tiene por qué dar ningún precio en rescate de sí mismo, el precio de su sangre es más que suficiente para satisfacer por los pecados de todo el mundo. El que nada debe esté en perfectas condiciones para satisfacer por los demás.

Pero yo veo más. Cristo no necesita pagar por la redención y la expiación de los pecados personales. Si tú consideras a todo hombre creyente, tu le puedes decir que ninguno debe pagar por su propia expiación, porque Cristo ha expiado por la redención de todos.