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13 de agosto de 2017


Lecturas de la Santa Misa

DOMINGO DE LA SEMANA XIX DEL TIEMPO ORDINARIO



ANTÍFONA DE ENTRADA     Sal 73, 20. 19. 22. 23
Acuérdate, Señor, de tu alianza; no olvides por más tiempo la suerte de tus pobres. Levántate, Señor, a defender tu causa; no olvides las voces de los que te buscan.

ORACIÓN COLECTA
Dios todopoderoso y eterno, a quien, enseñados por el Espíritu Santo, invocamos con el nombre de Padre, intensifica en nuestros corazones el espíritu de hijos adoptivos tuyos, para que merezcamos entrar en posesión de la herencia que nos tienes prometida. Por nuestro Señor Jesucristo...

PRIMERA LECTURA
Quédate en el monte, porque el Señor va a pasar.
Del primer libro de los Reyes: 19, 9. 11-13
Al llegar al monte de Dios, el Horeb, el profeta Elías entró en una cueva y permaneció allí. El Señor le dijo: "Sal de la cueva y quédate en el monte para ver al Señor, porque el Señor va a pasar".
Así lo hizo Elías, y al acercarse el Señor, vino primero un viento huracanado, que partía las montañas y resquebrajaba las rocas; pero el Señor no estaba en el viento. Se produjo después un terremoto; pero el Señor no estaba en el terremoto. Luego vino un fuego; pero el Señor no estaba en el fuego. Después del fuego se escuchó el murmullo de una brisa suave. Al oírlo, Elías se cubrió el rostro con el manto y salió a la entrada de la cueva.
Palabra de Dios.

SALMO RESPONSORIAL
Del salmo 84, 9ab-10. 11-12.13-14
R/. Muéstranos, Señor, tu misericordia.

Escucharé las palabras del Señor,
palabras de paz para su pueblo santo.
Está ya cerca nuestra salvación
y la gloria del Señor habitará en la tierra. R/.

La misericordia y la verdad se encontraron,
la justicia y la paz se besaron;
la fidelidad brotó en la tierra
y la justicia vino del cielo. R/.

Cuando el Señor nos muestre su bondad,
nuestra tierra producirá su fruto.
La justicia le abrirá camino al Señor
e irá siguiendo sus pisadas. R/.


SEGUNDA LECTURA
Hasta quisiera verme separado de Cristo, si esto fuera para bien de mis hermanos.
De la carta del apóstol san Pablo a los romanos: 9, 1-5

Hermanos: Les hablo con toda verdad en Cristo; no miento. Mi conciencia me atestigua, con la luz del Espíritu Santo, que tengo una infinita tristeza y un dolor incesante tortura mi corazón.
Hasta aceptaría verme separado de Cristo, si esto fuera para bien de mis hermanos, los de mi raza y de mi sangre, los israelitas, a quienes pertenecen la adopción filial, la gloria, la alianza, la ley, el culto y las promesas. Ellos son descendientes de los patriarcas; y de su raza, según la carne, nació Cristo, el cual está por encima de todo y es Dios bendito por los siglos de los siglos. Amén. 

Palabra de Dios.

ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO     Sal 129, 5
R. Aleluya, aleluya.
Confío en el Señor, mi alma espera y confía en su palabra. R/.

EVANGELIO
Mándame ir a ti caminando sobre el agua.
Del santo Evangelio según san Mateo: 14, 22-33

En aquel tiempo, inmediatamente después de la multiplicación de los panes, Jesús hizo que sus discípulos subieran a la barca y se dirigieran a la otra orilla, mientras él despedía a la gente. Después de despedirla, subió al monte a solas para orar. Llegada la noche, estaba él solo allí.
Entre tanto, la barca iba ya muy lejos de la costa y las olas la sacudían, porque el viento era contrario. A la madrugada, Jesús fue hacia ellos, caminando sobre el agua. Los discípulos, al verlo andar sobre el agua, se espantaron y decían: "¡Es un fantasma!" Y daban gritos de terror. Pero Jesús les dijo enseguida: "Tranquilícense y no teman. Soy yo".
Entonces le dijo Pedro: "Señor, si eres tú, mándame ir a ti caminando sobre el agua". Jesús le contestó: "Ven". Pedro bajó de la barca y comenzó a caminar sobre el agua hacia Jesús; pero al sentir la fuerza del viento, le entró miedo, comenzó a hundirse y gritó: "¡Sálvame, Señor!" Inmediatamente Jesús le tendió la mano, lo sostuvo y le dijo: "Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?"
En cuanto subieron a la barca, el viento se calmó. Los que estaban en la barca se postraron ante Jesús, diciendo: "Verdaderamente tú eres el Hijo de Dios".
Palabra del Señor.

ORACIÓN UNIVERSAL
Oremos, hermanos, a nuestro Señor Jesucristo, para que, acordándose de su promesa, escuche la oración de los que nos hemos reunido en su nombre. Digamos:

Escúchanos, Señor. (R/. Escúchanos, Señor)

— Por la paz que desciende del cielo, por la unión de las Iglesias y por la salvación de nuestras almas, roguemos al Señor.
— Por los que trabajan por el bien de los pobres, por los que ayudan a los ancianos y por los que cuidan a niños y desvalidos, roguemos al Señor.
— Por los que están abatidos o sometidos a una prueba, por los que están en peligro, por el retorno de los extraviados y por la libertad de los encarcelados, roguemos al Señor.
— Por los que en este momento están orando con nosotros, por los que han pedido nuestras oraciones y por el reposo eterno de nuestros hermanos difuntos, roguemos al Señor.
Escucha, Señor, nuestras oraciones y haz que los corazones de tus fieles se inflamen en la fe que impulsó a nuestro padre Abraham a vivir como extranjero en la tierra que le prometiste, y que también esperemos el regreso de tu Hijo, como el criado a quien el Señor encuentra en vela, en el momento de su llegada, para que podamos así ser acogidos por Cristo en el banquete eterno. Por Jesucristo, nuestro Señor.


ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Recibe benignamente, Señor, los dones de tu Iglesia, y, al concederle en tu misericordia que te los pueda ofrecer, haces al mismo tiempo que se conviertan en sacramento de nuestra salvación. Por Jesucristo, nuestro Señor.

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN     Sal 147, 12. 14
Alaba, Jerusalén, al Señor, porque te alimenta con lo mejor de su trigo.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
La comunión de tus sacramentos que hemos recibido, Señor, nos salven y nos confirmen en la luz de tu verdad. Por Jesucristo, nuestro Señor.



COMENTARIO

SAN JUAN CRISÓSTOMO (V. 345-407), PADRE DE ANTIOQUÍA, DESPUÉS OBISPO DE CONSTANTINOPLA, DOCTOR DE LA IGLESIA. HOMILÍAS SOBRE EL EVANGELIO DE SAN MATEO, N°50, 1-2

«HOMBRE DE POCA FE, ¿POR QUÉ HAS DUDADO?»

Los discípulos son de nuevo presa de oleadas y tormentas semejantes a la primeras (Mt 8,24) que se desataron contra ellos; pero entonces tenían a Jesús con ellos, mientras que esta vez se encuentran solos y entregados a sí mismos... Pienso, que el Salvador quería así reavivar su corazón dormido; haciéndolos vivir en la angustia, les causaba un vivo deseo de su presencia y hacía su recuerdo constantemente presente en su pensamiento. Por ello no acudió inmediatamente en su socorro, pero «Al final de la noche, fue hacia ellos caminando sobre el mar"...

Pedro, siempre tan enérgico, adelantándose a los demás discípulos, le dice: "Señor, si eres tú, dame la orden de ir hacia ti sobre las aguas "... No le dice: "dame la orden de caminar sobre las aguas" sino "de venir a ti", porque nadie amaba a Jesús como él. Hizo lo mismo después de la resurrección: no pudiendo soportar ir tan lentamente como los demás en la barca, se ha arrojado al agua para adelantarse y satisfacer su amor por Cristo... Descendiendo, por tanto de la barca, Pedro fue hacia Jesús, más feliz de ir hacia Él, que de caminar sobre las aguas. Pero después de superar un peligro tan grande, como el del mar, sucumbió a uno menor, el del viento. Así es la naturaleza humana: con frecuencia, después de haber superado peligros graves, sucumbimos en los menos importantes... Pedro, no estaba exento de cualquier temor...a pesar de la presencia de Cristo cerca de él. No sirve de nada estar junto a Cristo, si no se está próximo a Él por la fe. Esto es lo que marca la distancia entre el maestro y el discípulo...

«Hombres de poco de fe, ¿por qué dudáis?» Por consiguiente, si la fe de Pedro no hubiera disminuido, habría resistido el viento sin dificultad. Y la prueba de ello es que Jesús agarra a Pedro, cuando el viento deja de soplar... Al igual que la madre sostiene las alas de sus pequeños pajarillos cuando salen del nido antes del tiempo, cuándo van a caer en tierra, y los conduce de nuevo al nido, así ha hecho Cristo con respecto a Pedro.





COMENTARIO

ORÍGENES (C. 185-253), PRESBÍTERO Y TEÓLOGO. COMENTARIO AL EVANGELIO DE MATEO, LIBRO 11, CAP. 5-6; PG 13, 913; SC 162


“VAYAMOS A LA OTRA ORILLA” (LC 8,22)

"Jesús obligó a los discípulos a subir a la barca y a esperarlo en la otra orilla, mientras despedía a la muchedumbre. La muchedumbre no podía ir hacia la otra orilla; no eran hebreos en el sentido espiritual de la palabra, que se traduce como: la gente de la otra orilla. Esta obra fue reservada para los discípulos de Jesús: irse a la otra orilla, sobrepasar lo visible y corporal, estas realidades temporales, y llegar los primeros hacia lo invisible y eterno. […] Y sin embargo los discípulos no pudieron preceder a Jesús sobre la otra orilla […]; posiblemente quería hacerles pasar por la experiencia de que sin Él no era posible llegar allí. […] ¿Qué barca es a la que Jesús obliga a los discípulos a subir? ¿No sería la lucha contra las tentaciones y las circunstancias difíciles? […]

Luego subió a la montaña, a un lugar aparte, para orar. ¿Por quién reza? Probablemente por la muchedumbre, para que, reenviados después de haber comido los panes bendecidos, no hagan nada de contrario a esta llamada de Jesús. Por los discípulos también […], para que no les ocurra nada malo en el mar a causa del oleaje y el viento fuerte. Tengo ganas de decir que es gracias a la oración que Jesús hace a su Padre por lo que los discípulos no sufrieron ningún daño, mientras que el mar, las olas y el viento se ensañaban contra ellos. [...]

Y nosotros, si un día nos enfrentamos con tentaciones inevitables, acordémonos que Jesús nos obligó a embarcarnos; no es posible alcanzar la otra orilla sin pasar por la prueba del oleaje y del viento huracanado. Luego, cuando nos veamos rodeados por numerosas y penosas dificultades, cansados de navegar en medio de ellas con la pobreza de nuestros medios, pensemos que nuestra barca está entonces en medio del mar, y que este oleaje busca ""hacer naufragar nuestra fe"" (1Tm 1,19) […] Mantengámonos seguros hasta que cercano el fin de la noche, cuando ""la noche está avanzada y el día está cerca"" (Rm 13,12), el Hijo de Dios llegará andando sobre las aguas y calmando la tempestad.


"