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29 de enero de 2016


Lecturas y Evangelio del Día

VIERNES DE LA SEMANA III DEL TIEMPO ORDINARIO
FERIA


ANTÍFONA DE ENTRADA    Cfr. Jr 31, 3; 1 Jn 2, 2
Con amor eterno nos amó Dio. Envió a su Hijo único como víctima de propiciación por nuestros pecados, y no sólo por los nuestros, sino también por los del mundo eterno.

ORACIÓN COLECTA
Señor Dios, cuya misericordia es incalculable e infinito el tesoro de su bondad, aumenta, benigno, la fe del pueblo a ti consagrado, para que todos comprendan con verdadera claridad con cuánto amor fueron creados, con qué sangre redimidos y con qué Espíritu reengendrados. Por nuestro Señor Jesucristo...

PRIMERA LECTURA
Pon a Urías en el sitio más peligroso, para que lo maten.
Del segundo libro de Samuel: 11, 1-4. 5-10. 13-17

En la época del año en que los reyes acostumbraban salir a la guerra, David envió a Joab con sus oficiales y todo Israel contra los amonitas. Los derrotaron y pusieron sitio a Rabbá.

David se había quedado en Jerusalén. Un día, al atardecer, se levantó de dormir y se puso a pasear por la terraza del palacio; desde ahí vio a una mujer que se estaba bañando. Era una mujer muy hermosa. David mandó preguntar quién era aquella mujer y le dijeron: "Es Betsabé, hija de Eliam, esposa de Urías, el hitita". David mandó unos criados a buscarla. Se la trajeron a su casa y durmió con ella. La mujer quedó embarazada y le mandó decir a David: "Estoy encinta".

Entonces David le envió un mensaje a Joab: "Haz que venga Urías, el hitita". Joab cumplió la orden, y cuando Urías se presentó a David, el rey le preguntó por Joab, por el ejército y por el estado de la guerra. Luego le dijo: "Ve a descansar a tu casa, en compañía de tu esposa". Salió Urías del palacio de David y éste le mandó un regalo. Pero Urías se quedó a dormir junto a la puerta del palacio del rey, con los demás servidores de su señor, y no fue a su casa. Le avisaron a David: "Urías no fue a su casa". Al día siguiente, David lo convidó a comer con él y lo hizo beber hasta embriagarse. Ya tarde, salió Urías y se volvió a quedar a dormir con los servidores de su señor y no fue a su casa.

A la mañana siguiente escribió David a Joab una carta y se la envió con Urías. En ella le decía: "Pon a Urías en el sitio más peligroso de la batalla y déjalo solo para que lo maten". Joab, que estaba sitiando la ciudad, puso a Urías frente a los defensores más aguerridos. Los sitiados hicieron una salida contra Joab y murieron algunos del ejército de David, entre ellos, Urías, el hitita.

Palabra de Dios.

SALMO RESPONSORIAL
Del salmo 50, 3-4. 5-6a. 6bc-7. 10-11,
R/. Misericordia, Señor, hemos pecado.

Por tu inmensa compasión y misericordia,
Señor, apiádate de mí y olvida mis ofensas.
Lávame bien de todos mis delitos
y purifícame de mis pecados. R/.

Puesto que reconozco mis culpas,
tengo siempre presentes mis pecados.
Contra ti solo pequé, Señor,
haciendo lo que a tus ojos era malo. R/.

Es justa tu sentencia
y eres justo, Señor, al castigarme.
Nací en la iniquidad,
y pecador me concibió mi madre. R/.

Haz que sienta otra vez júbilo y gozo
y se alegren los huesos quebrantados.
Aleja de tu vista mis maldades
y olvídate de todos mis pecados. R/.


ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO    Cfr. Mt 11, 25
R/. Aleluya, aleluya.
Yo te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has revelado los misterios del Reino a la gente sencilla. R/.

EVANGELIO
El hombre siembra su campo, y sin que él sepa cómo, la semilla germina y crece.
Del santo Evangelio según san Marcos: 4, 26-34

En aquel tiempo, Jesús dijo a la multitud: "El Reino de Dios se parece a lo que sucede cuando un hombre siembra la semilla en la tierra: que pasan las noches y los días, y sin que él sepa cómo, la semilla germina y crece; y la tierra, por sí sola, va produciendo el fruto: primero los tallos, luego las espigas y después los granos en las espigas. Y cuando ya están maduros los granos, el hombre echa mano de la hoz, pues ha llegado el tiempo de la cosecha".

Les dijo también: "¿Con qué compararemos el Reino de Dios? ¿Con qué parábola lo podremos representar? Es como una semilla de mostaza que, cuando se siembra, es la más pequeña de las semillas; pero una vez sembrada, crece y se convierte en el mayor de los arbustos y echa ramas tan grandes, que los pájaros pueden anidar a su sombra".

Y con otras muchas parábolas semejantes les estuvo exponiendo su mensaje, de acuerdo con lo que ellos podían entender. Y no les hablaba sino en parábolas; pero a sus discípulos les explicaba todo en privado.

Palabra del Señor.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Recibe benignamente, Señor, nuestras ofrendas y conviértelas en el sacramento de la redención, memorial de la Muerte y Resurrección de tu Hijo, para que, por la eficacia de este sacrificio, poniendo siempre nuestra confianza en Cristo, lleguemos a la vida eterna. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN    Sal 102, 17
El amor del Señor es eterno entre aquellos que guardan su alianza.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Concédenos, Dios misericordioso, que, alimentados con el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo, bebamos confiadamente en la fuente de la misericordia y nos mostremos más y más misericordiosos con nuestros hermanos. Por Jesucristo, nuestro Señor.



COMENTARIO

BEATO JOHN HENRY NEWMAN (1801-1890), TEÓLOGO, FUNDADOR DEL ORATORIO EN INGLATERRA. SERMÓN “EL MUNDO INVISIBLE” PPS, VOL. 4, N°13.

LAS PARÁBOLAS DEL REINO

Tal es el Reino escondido por Dios: lo mismo que ahora está escondido, así será revelado en el momento deseado. Los hombres creen que ellos son los dueños del mundo y que ellos pueden hacer lo que quieren... Actualmente, en apariencia "todo permanece igual que en el comienzo", y los sátiros reclaman: "¿dónde está pues la promesa de su venida?" (2P 3,4) Pero en el tiempo marcado, habrá una "manifestación de los hijos de Dios", y los justos "resplandecerán como el sol en el reino de su Padre" (Rm 8,19; Mt 13,43).

Cuando los ángeles se aparecieron a los pastores, fue una aparición súbita... La noche parecía igual a cualquier otra noche, como la noche en que Jacob tuvo su visión que también parecía igual a otra noche (Gn 28,11s). Los pastores velaban sobre sus rebaños, contemplaban cómo fluía la noche, las estrellas seguían su carrera, era medianoche; no pensaban en una cosa igual cuándo el ángel se les apareció. Tales son el poder y la virtud escondidas en lo visible; son manifestadas cuando Dios lo quiere...

¿Quién podría concebir, dos o tres meses antes de la primavera, que la cara de la naturaleza que parecía muerta pueda volver a ser tan espléndida y tan variada?... Lo mismo ocurre para esta primavera eterna que esperan todos los cristianos; vendrá, aunque tarde. Esperémoslo, porque "ciertamente vendrá, no tardará en venir" (He 10,37). Por eso decimos cada día: "que venga tu reino", lo que quiere decir: "Señor, muéstrate, manifiéstate, tú que estás sentado en medio de los querubines. Resplandece; despierta tu poder y ven a salvarnos" (Sal. 79,2- 3). La tierra que vemos no nos satisface; es sólo un comienzo, es sólo una promesa de un más allá. Hasta en su máximo esplendor, cubierta por todas sus flores, cuando muestra de modo más sorprendente lo que esconde, esto no nos basta. Sabemos que hay en ella más cosas que no vemos... Lo que vemos es sólo la corteza exterior de un reino eterno. Sobre este reino es donde fijamos los ojos de nuestra fe. servicio brinda






COMENTARIO

SAN AMBROSIO (V. 340-397), OBISPO DE MILÁN Y DOCTOR DE LA IGLESIA. COMENTARIO AL EVANGELIO DE LUCAS, VII, 179-182; SC 52.

CRISTO SEMBRADO EN TIERRA

En un jardín Cristo fue arrestado y sepultado; creció en este jardín, y en el mismo resucitó. Y así llegó a ser un árbol... Entonces, sembrad a Cristo en vuestro jardín... Con Cristo, muele la semilla de mostaza, apriétela y siembre la fe. La fe se prensa cuando creemos en Cristo crucificado. Pablo prensó la fe cuando decía: " No he venido a anunciar el misterio de Dios con el prestigio del lenguaje humano o de la sabiduría.»

«Entre vosotros, no he querido conocer a otro más que a Jesucristo, el Mesías crucificado " (1Co 2,1-2)... Entonces sembramos la fe, cuando según el Evangelio o las lecturas de los apóstoles y de los profetas creemos en la Pasión del Señor; sembramos la fe cuando la cubrimos, en cierto modo, de terreno arado y mullido, de la carne del Señor... Quienquiera que crea que el Hijo de Dios se ha hecho hombre, crea que murió por nosotros y crea que ha resucitado por nosotros. Siembro pues la fe, cuando planto la sepultura de Cristo en medio de mi jardín.

¿Sabéis que Cristo es una semilla y que es Él quién es sembrado? "Mientras el grano de trigo no caiga en tierra y muera, permanece infecundo; pero si muere, da mucho fruto " (Jn 12,24)... Es Cristo mismo el que lo dice. Pues es a la vez grano de trigo, porque Él " fortifica el corazón del hombre " (Sal. 103,15), y semilla de mostaza, porque reanima el corazón del hombre... Es grano de trigo en cuanto a su resurrección, porque la palabra de Dios y la prueba de su resurrección alimentan las almas, aumentan la esperanza, consolidan el amor - porque Cristo es "el pan de Dios bajado por el cielo" (Jn 6,33). Y es semilla de mostaza, porque qué hay más amargo y agrio que hablar de la Pasión del Señor.

En un jardín Cristo fue arrestado y sepultado; creció en este jardín, y en el mismo resucitó. Y así llegó a ser un árbol... Entonces, sembrad a Cristo en vuestro jardín... Con Cristo, muele la semilla de mostaza, apriétela y siembre la fe. La fe se prensa cuando creemos en Cristo crucificado. Pablo prensó la fe cuando decía: " No he venido a anunciar el misterio de Dios con el prestigio del lenguaje humano o de la sabiduría.»

«Entre vosotros, no he querido conocer a otro más que a Jesucristo, el Mesías crucificado " (1Co 2,1-2)... Entonces sembramos la fe, cuando según el Evangelio o las lecturas de los apóstoles y de los profetas creemos en la Pasión del Señor; sembramos la fe cuando la cubrimos, en cierto modo, de terreno arado y mullido, de la carne del Señor... Quienquiera que crea que el Hijo de Dios se ha hecho hombre, crea que murió por nosotros y crea que ha resucitado por nosotros. Siembro pues la fe, cuando planto la sepultura de Cristo en medio de mi jardín.

¿Sabéis que Cristo es una semilla y que es Él quién es sembrado? "Mientras el grano de trigo no caiga en tierra y muera, permanece infecundo; pero si muere, da mucho fruto " (Jn 12,24)... Es Cristo mismo el que lo dice. Pues es a la vez grano de trigo, porque Él " fortifica el corazón del hombre " (Sal. 103,15), y semilla de mostaza, porque reanima el corazón del hombre... Es grano de trigo en cuanto a su resurrección, porque la palabra de Dios y la prueba de su resurrección alimentan las almas, aumentan la esperanza, consolidan el amor - porque Cristo es "el pan de Dios bajado por el cielo" (Jn 6,33). Y es semilla de mostaza, porque qué hay más amargo y agrio que hablar de la Pasión del Señor.






COMENTARIO

SAN PEDRO CRISÓLOGO (C. 406-450), OBISPO DE RÁVENA Y DOCTOR DE LA IGLESIA. SERMÓN 98 ; CCL 24A, 602.

EXTIENDE RAMAS LARGAS, DONDE LAS AVES DEL CIELO A TU SOMBRA, PUEDEN HACER SU NIDO

Hermanos, habéis aprendido cómo el Reino de los cielos, con toda su grandeza, se compara a un grano de mostaza… Cristo es el Reino. A manera de una semilla de mostaza, ha sido sembrado en un jardín, el cuerpo de la Virgen. Creció y llegó a ser el árbol de la cruz que cubre la tierra entera… Cristo es rey, porque es el principio de toda autoridad. Cristo es el Reino, porque en él reside toda la gloria de su reino… Y Cristo es el hombre, porque el hombre total es renovado en Él. Cristo es el grano de mostaza, el instrumento en el que Dios se inserta para hacer descender toda su grandeza en la pequeñez del hombre. Él mismo se hizo un hombre cualquiera para renovar al hombre. Siendo hombre, recibió el grano de mostaza que es el Reino de Dios… Aunque como Dios, la poseía desde siempre. Echó la semilla en su jardín…

El jardín es esta tierra cultivada que se extendió en el mundo entero, labrado por el arado de la Buena Noticia, cercado por los límites de la sabiduría; los apóstoles trabajaron duro para arrancar todas las malas hierbas. Nos complacemos en contemplar allí los jóvenes retoños de los creyentes, las azucenas de las vírgenes y los rosas de los mártires; flores que dan allí siempre su perfume.

Cristo pues sembró la semilla de mostaza en su jardín. Echó raíces cuando les prometió su Reino a los patriarcas, germinó con los profetas, creció con los apóstoles, y se hizo un árbol inmenso que extiende sus ramas innumerables sobre la Iglesia, y le prodiga sus dones… Toma las alas de plata de la paloma de las que habla el profeta (Sal. 67,14)… Despega para gozar de un descanso infinito, libre de la red del cazador (Sal. 90,3), entre tantas frondosidades magníficas. Sé fuerte para despegar así, y vete a vivir con seguridad a esta morada.