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2 de julio de 2015


Lecturas y Evangelio del Día

JUEVES DE LA SEMANA XIII DEL TIEMPO ORDINARIO
FERIA


PRIMERA LECTURA
El sacrificio de Abraham, nuestro padre en la fe
Génesis 22, 1 - 19

En aquel tiempo, Dios le puso una prueba a Abraham y le dijo: "¡Abraham, Abraham!". Él respondió: "Aquí estoy". Y Dios le dijo: "Toma a tu hijo único, Isaac, a quien tanto amas; vete a la región de Moria y ofrécemelo en sacrificio, en el monte que yo te indicaré".
Abraham madrugó, aparejó su burro, tomó consigo a dos de sus criados y a su hijo Isaac; cortó leña para el sacrificio y se encaminó al lugar que Dios le había indicado. Al tercer día divisó a lo lejos el lugar. Les dijo entonces a sus criados: "Quédense aquí con el burro; yo iré con el muchacho hasta allá, para adorar a Dios y después regresaremos".
Abraham tomó la leña para el sacrificio, se la cargó a su hijo Isaac y tomó en su mano el fuego y el cuchillo. Los dos caminaban juntos. Isaac dijo a su padre Abraham: "¡Padre!". Él respondió: "¿Qué quieres, hijo?". El muchacho contestó: "Ya tenemos fuego y leña, pero, ¿dónde está el cordero para el sacrificio?". Abraham le contestó: "Dios nos dará el cordero para el sacrificio, hijo mío". Y siguieron caminando juntos.
Cuando llegaron al sitio que Dios le había señalado, Abraham levantó un altar y acomodó la leña. Luego ató a su hijo Isaac, lo puso sobre el altar, encima de la leña, y tomó el cuchillo para degollarlo.
Pero el ángel del Señor lo llamó desde el cielo y le dijo: "¡Abraham, Abraham!". Él contestó: "Aquí estoy". El ángel le dijo: "No descargues la mano contra tu hijo, ni le hagas daño. Ya veo que temes a Dios, porque no le has negado a tu hijo único". Abraham levantó los ojos y vio un carnero, enredado por los cuernos en la maleza. Atrapó el carnero y lo ofreció en sacrificio, en lugar de su hijo. Abraham puso por nombre a aquel sitio "el Señor provee", por lo que aun el día de hoy se dice: "El monte donde el Señor provee".
El ángel del Señor volvió a llamar a Abraham desde el cielo y le dijo: "Juro por mí mismo, dice el Señor, que por haber hecho esto y no haberme negado a tu hijo único, yo te bendeciré y multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo y las arenas del mar. Tus descendientes conquistarán las ciudades enemigas. En tu descendencia serán bendecidos todos los pueblos de la tierra, porque obedeciste a mis palabras". Abraham volvió a donde estaban sus criados y juntos se pusieron en camino hacia Bersebá. Y Abraham se quedó a vivir ahí.
Palabra de Dios.

SALMO RESPONSORIAL
Del salmo 114, 1-2.3-4.5-6.8-9
R/. Nuestro Dios es compasivo.

Amo al Señor porque escucha
el clamor de mi plegaria,
porque me prestó atención
cuando mi voz lo llamaba. R/.

Redes de angustia y de muerte
me alcanzaron y me ahogaban.
Entonces rogué al Señor
que la vida me salvara. R/.

El Señor es bueno y justo,
nuestro Dios es compasivo.
A mí, débil, me salvó
y protege a los sencillos. R/.

Mi alma libró de la muerte,
del llanto los ojos míos
y ha evitado que mis pies
tropiecen por el camino.
Caminaré ante el Señor
por la tierra de los vivos. R/.


EVANGELIO
La gente alababa a Dios, que da a los hombres tal potestad
Del santo Evangelio según san Mateo 9, 1-8

En aquel tiempo, Jesús subió de nuevo a la barca, pasó a la otra orilla del lago y llegó a Cafarnaúm, su ciudad. En esto, trajeron a donde Él estaba a un paralítico postrado en una camilla. Viendo Jesús la fe de aquellos hombres, le dijo al paralítico: "Ten confianza, hijo. Se te perdonan tus pecados".
Al oír esto, algunos escribas pensaron: "Este hombre está blasfemando". Pero Jesús, conociendo sus pensamientos, les dijo: "¿Por qué piensan mal en sus corazones? ¿Qué es más fácil: decir 'Se te perdonan tus pecados', o decir 'Levántate y anda'? Pues para que sepan que el Hijo del hombre tiene poder en la tierra para perdonar los pecados, —le dijo entonces al paralítico—: Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa".
Él se levantó y se fue a su casa. Al ver esto, la gente se llenó de temor y glorificó a Dios, que había dado tanto poder a los hombres.
Palabra del Señor.



COMENTARIO

SAN JUAN CRISÓSTOMO (V. 345-407), SACERDOTE EN ANTIOQUÍA, DESPUÉS OBISPO DE CONSTANTINOPLA, DOCTOR DE LA IGLESIA. HOMILÍA SOBRE EL EVANGELIO DE MATEO, N° 29, 1

¿QUIÉN PUEDE PERDONAR PECADOS, SINO SOLO DIOS? (MC 2,7)

Y he aquí, que le presentaron un paralítico...Por lo demás, Mateo cuenta simplemente que le llevaron al Señor el paralítico; los otros evangelistas añaden que abrieron un boquete por el techo y por él lo bajaron y lo pusieron delante de Cristo, sin decir palabra, pues todo lo dejaban en manos del Señor.

Porque, viendo la fe de ellos —dice el evangelista—, es decir, la fe de los que lo descolgaron por el tejado. No siempre, en efecto, pedía fe exclusivamente a los enfermos, por ejemplo, si estaban locos o de otra manera imposibilitados por la enfermedad. Más, a decir verdad, también aquí hubo fe por parte del enfermo; pues, de no haber creído, no se hubiera dejado bajar por el boquete del techo. Como todos, pues, daban tan grandes pruebas de fe, el Señor la dio de su poder perdonando con absoluta autoridad los pecados y demostrando una vez más su igualdad con el Padre.

Pero notadlo bien: antes la había demostrado por el modo como enseñaba, pues lo hacía como quien tiene autoridad; en el caso del leproso, diciendo: Quiero, queda limpio (Mt 8,3)... En el mar, porque lo frenó con una sola palabra; con los demonios, porque éstos le confesaron por su juez y Él los expulsó con autoridad.

Aquí, sin embargo, por modo más eminente, obliga a sus propios enemigos a que confiesen su igualdad con el Padre.

Por lo que a Él le tocaba, bien claro mostraba lo poco que le importaba el honor de los hombres—y era así que le rodeaba tan enorme muchedumbre que amurallaban toda entrada y acceso a Él, y ello obligó a bajar al enfermo por el tejado, y, sin embargo, cuando lo tuvo ya delante, no se apresuró a curar su cuerpo. A la curación de éste fueron más bien sus enemigos los que le dieron ocasión. Él, ante todo, curó lo que no se ve, es decir, el alma, perdonándole los pecados.

Lo cual, al enfermo le dio la salvación; pero a Él no le procuró muy grande gloria. Fueron, digo, sus enemigos quienes, molestándole llevados de su envidia y tratando de atacarle, lograron, aun contra su voluntad, que brillara más la gloria del milagro. Y es que, como el Señor era hábil, se valió de la envidia misma de sus émulos para manifestación del milagro.