Inicio Noticias de la Iglesia Espiritualidad Liturgia Biblia Conoce y defiende tu fe
Historia de la Iglesia Las Vidas de los Santos Lecturas de la Santa Misa María Radio Catedral Libros

4 de julio de 2014


Lecturas y Evangelio del Día

MEMORIA DE NUESTRA SEÑORA DEL REFUGIO

PRIMERA LECTURA

Amós 8, 4-6. 9-12 

Les haré sentir hambre, pero no de pan, sino de oír la palabra de Dios.

Escuchen esto, los que buscan al pobre sólo para arruinarlo y andan diciendo: "¿Cuándo pasará el descanso del primer día del mes para vender nuestro trigo, y el descanso del sábado para reabrir nuestros graneros?" Disminuyen las medidas, aumentan los precios, alteran las balanzas, obligan a los pobres a venderse; por un par de sandalias los compran y hasta venden el salvado como trigo.
"Pues bien, en aquel día, dice el Señor, yo haré que se oscurezca el sol en pleno día y, a plena luz, cubriré la tierra de tinieblas. Convertiré en duelo las fiestas de ustedes y en gemidos, sus canciones. Haré que todos se vistan de sayal y se rapen por completo la cabeza. Ese día será como de luto por el hijo único y su final será de llanto y amargura.
Días vendrán, dice el Señor, en que les haré sentir hambre, pero no hambre de pan ni sed de agua, sino de oír la palabra del Señor. Entonces andarán errantes de norte a sur y de oriente a poniente buscando la palabra del Señor, pero no la encontrarán".

Palabra de Dios.


SALMO RESPONSORIAL

Salmo responsorial: 118

Con todo el corazón, Señor, te busco.

Dichoso el que es fiel a las enseñanzas del Señor
y lo busca de todo corazón.
Con todo el corazón te voy buscando,
no me dejes desviar de tus preceptos. R/.

Mi alma se consume,
deseando sin cesar tus mandamientos.
He escogido el camino de la lealtad
a tu voluntad y a tus mandamientos. R/.

Mira cómo anhelo tus decretos:
dame vida con tu justicia.
Hondamente suspiro, Señor,
por guardar tus mandamientos. R/.


EVANGELIO

Mateo 9, 9-13

No son los sanos los que necesitan de médico. Yo quiero misericordia y no sacrificios.

En aquel tiempo, Jesús vio a un hombre llamado Mateo, sentado a su mesa de recaudador de impuestos, y le dijo: "Sígueme". Él se levantó y lo siguió.
Después, cuando estaba a la mesa en casa de Mateo, muchos publicanos y pecadores se sentaron también a comer con Jesús y sus discípulos. Viendo esto, los fariseos preguntaron a los discípulos: "¿Por qué su Maestro come con publicanos y pecadores?" Jesús los oyó y les dijo: "No son los sanos los que necesitan de médico, sino los enfermos. Vayan, pues, y aprendan lo que significa: Yo quiero misericordia y no sacrificios. Yo no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores".

Palabra del Señor.




COMENTARIO

NO SON LOS SANOS LOS QUE NECESITAN DE MÉDICO.




Los rabinos incluían a los publicanos en la misma categoría que a los asesinos, los ladrones y los impuros, y aprobaban el mentirles para escapar a los impuestos, tales personas eran consideradas incapaces de pertenecer al Reino mesiánico y a menudo se asociaban con pecadores y gentiles. Pero Jesús ofrece a Mateo esta simple invitación: Sígueme a la que responde de inmediato con gozo. Esto no fue meramente un llamamiento al discipulado, sino una invitación a entrar en el Reino. Algunos fariseos se asombran ante los discípulos de que su maestro coma con pecadores. Jesús declara entonces, que ha venido para los enfermos y los pecadores y no para los sanos y justos. Jesús piensa sin duda en aquellos que se creen justos que son incapaces de entender que la misericordia divina trasciende la pobreza del hombre. Jesús opone entonces una religión reducida a la justicia del hombre, a una religión basada sobre la misericordia divina.
La actitud de los fariseos nos recuerda, a la actitud del hijo mayor celoso de la bondad del Padre hacia el hijo menor (Lc. 15,11-32) Ahora Jesús ha inaugurado un tiempo nuevo, donde todos pueden acceder a participar del Reino, el único requerimiento que hace Jesús es la conversión, cambio de vida, de esta forma todos participan de la misericordia divina, y la comunidad debe saber acoger a aquel que se convierte y celebrar con alegría este acontecimiento.