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24 de mayo de 2016


Lecturas y Evangelio del Día

MARTES DE LA SEMANA VIII DEL TIEMPO ORDINARIO
FERIA



ANTÍFONA DE ENTRADA     Hch 4, 32-33
La multitud de los que habían creído tenía un sólo corazón y una sola alma. Con grandes muestras de poder, los Apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús y todos gozaban de gran estimación entre el pueblo, aleluya.

ORACIÓN COLECTA
Señor Dios, suprema unidad y caridad verdadera, da a tus fieles un solo corazón y una sola alma, para que el cuerpo de tu Iglesia se mantenga en concordia y, ya que se apoya en la profesión de la verdad, esté afianzado en una sólida unidad. Por nuestro Señor Jesucristo...

PRIMERA LECTURA
Los profetas predijeron la gracia destinada a ustedes. Pongan, pues, en ella una esperanza sin límites.
De la primera carta del apóstol san Pedro: 1,10-16
Hermanos: Los profetas, cuando predijeron la gracia destinada a ustedes, investigaron también profundamente acerca de la salvación de ustedes.
Ellos trataron de descubrir en qué tiempo y en qué circunstancias se habrían de verificar las indicaciones que el Espíritu de Cristo, que moraba en ellos, les había revelado sobre los sufrimientos de Cristo y el triunfo glorioso que los seguiría.
Pero se les dio a conocer que ellos no verían lo que profetizaban, sino que estaba reservado para nosotros. Todo esto les ha sido anunciado ahora a ustedes, por medio de aquellos que les han predicado el Evangelio con la fuerza del Espíritu Santo, enviado del cielo, y ciertamente es algo que los ángeles anhelan contemplar.
Por eso, viviendo siempre atentos y vigilantes, pongan toda su esperanza en la gracia que les va a traer la manifestación gloriosa de Jesucristo. Como hijos obedientes, no vivan conforme a las pasiones que tenían antes, en el tiempo de su ignorancia. Al contrario, así como es santo el que los llamó, sean también ustedes santos en toda su conducta, pues la Escritura dice: Sean santos, porque yo, el Señor, soy santo.
Palabra de Dios.

SALMO RESPONSORIAL
Del salmo 97, 1. 2-3ab. 3cd-4
R/. Cantemos al Señor un canto nuevo.

Cantemos al Señor un canto nuevo,
pues ha hecho maravillas.
Su diestra y su santo brazo
le han dado la victoria. R/.

El Señor ha dado a conocer su victoria
y ha revelado a las naciones su justicia.
Una vez más ha demostrado Dios su amor
y su lealtad hacia Israel. R/.

La tierra entera ha contemplado
la victoria de nuestro Dios.
Que todos los pueblos y naciones
aclamen con júbilo al Señor. R/.


ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO     Cfr. Mt 11, 25
R. Aleluya, aleluya.
R/. Aleluya, aleluya.

EVANGELIO
Recibirán cien veces más en esta vida, junto con persecuciones; y en el otro mundo, la vida eterna.
Del santo Evangelio según san Marcos: 10, 28-31

En aquel tiempo, Pedro le dijo a Jesús: "Señor, ya ves que nosotros lo hemos dejado todo para seguirte".
Jesús le respondió: "Yo les aseguro: Nadie que haya dejado casa, o hermanos o hermanas, o padre o madre, o hijos o tierras, por mí y por el Evangelio, dejará de recibir, en esta vida, el ciento por uno en casas, hermanos, hermanas, madres, hijos y tierras, junto con persecuciones, y en el otro mundo, la vida eterna. Y muchos que ahora son los primeros serán los últimos, y muchos que ahora son los últimos, serán los primeros".
Palabra del Señor.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Señor Dios, que por medio de tus sacramentos y tus mandamientos nos renuevas conforme a tu imagen, dirige, compasivo, nuestros pasos por tus sendas, para que en virtud de este sacrificio que te ofrecemos, nos concedas el don de la caridad que esperamos recibir de ti. Por Jesucristo, nuestro Señor.

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN     Jn 17, 20-21
Padre, te pido por los que van a creer en mí, para que todos sean uno en nosotros y el mundo crea que tú me has enviado, dice el Señor.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Habiendo recibido el sacramento de la unidad, concede, Señor, a quienes hemos convivido hoy en tu casa en santa concordia, que poseamos aquella paz que hemos dado y conservemos la que hemos recibido. Por Jesucristo, nuestro Señor.



COMENTARIO

BEATA TERESA DE CALCUTA (1910-1997), FUNDADORA DE LA HERMANAS MISIONERAS DE LA CARIDAD. EL AMOR MÁS GRANDE, PÁG. 40.

DEJARLO TODO PARA SEGUIRLE

Las riquezas, tanto las materiales como las espirituales, pueden ahogarnos si no las usamos bien. Porque ni siquiera Dios puede poner algo en un corazón que ya está lleno. Un día surge el deseo de tener dinero y todas las cosas que éste puede proporcionar, las cosas superfluas, lujos en la comida, exquisiteces en el vestir. Las necesidades aumentan porque una cosa lleva a la otra, y la consecuencia es una insatisfacción incontrolable. Conservémonos todo lo vacíos que podamos para que Dios pueda llenarnos.

Nuestro Dios nos da el ejemplo: desde el primer día de su existencia humana se crío en una pobreza que ningún ser humano podrá experimentar jamás, porque “Siendo rico se hizo pobre” (2 Co 8,9). Siendo rico se vació a sí mismo. En esto es donde está la contradicción. Si deseo ser pobre como Cristo, que se hizo pobre aun cuando era rico, yo debo hacer lo mismo. Sería vergonzoso ser más ricos que Jesús, quien soportó la pobreza para nuestro bien.

En la cruz Cristo no tenía nada. La cruz se la dio Pilatos; los clavos y la corona, los soldados. Estaba desnudo. Cuando murió le quitaron la cruz, los clavos y la corona. Lo envolvieron en un trozo de lienzo donado por un alma caritativa y lo enterraron en una tumba que no le pertenecía. Aunque podría haber muerto como un rey e incluso haberse librado de la muerte, eligió la pobreza porque sabía que ése era el auténtico camino para poseer a Dios y para traer su amor a la tierra.






COMENTARIO

BEATO JOHN HENRY NEWMAN (1801-1890), PRESBÍTERO Y FUNDADOR DE COMUNIDAD RELIGIOSA, TEÓLOGO. PPS, VOL.8, Nº 2 «DIVINE CALLS»

«LO HEMOS DEJADO TODO PARA SEGUIRTE»

No somos llamados una sola vez, sino muchas veces; a lo largo de nuestra vida Cristo nos llama repetidamente. Primeramente nos ha llamado por el bautismo, pero también más tarde; tanto si obedecemos a su voz como si no, en su misericordia nos sigue llamando. Si quebrantamos nuestras promesas bautismales, nos llama a arrepentirnos. Si nos esforzamos para responder a nuestra vocación, nos llama para seguir adelantando de gracia en gracia, de santidad en santidad, de tal manera que la vida nos la conserva para llegar a esta santidad.

Abraham fue llamado a dejar su casa y su país (Gn 12,1), Pedro sus redes (Mt 4,18), Mateo su empleo (Mt 9,9), Eliseo sus campos (1R 19,19), Natanael su descanso (Jn 1,47). Todos, sin cesar, somos llamados, de una cosa a otra, cada vez más lejos, sin dejar al lugar al descanso, sino subiendo hacia nuestro descanso eterno, y obedeciendo a una llamada interior para así estar a punto para escuchar otra llamada.

Cristo nos llama en cada instante para justificarnos continuamente; sin cesar, de más en más, quiere santificarnos y glorificarnos. Debemos comprenderle, pero somos lentos a darnos cuenta de esta gran verdad: que Cristo camina de alguna manera entre nosotros y que, con su mano, con sus ojos, con su voz, nos hace una señal para que le sigamos. No captamos que su llamada es algo que ocurre en aquel mismo momento. Pensamos que tuvo lugar en tiempo de los apóstoles, pero no creemos, no esperamos que, verdaderamente, eso suceda también hoy para nosotros.






COMENTARIO

SAN FRANCISCO DE SALES (1567-1622), OBISPO DE GÉNOVA Y DOCTOR DE LA IGLESIA. INTRODUCCIÓN A LA VIDA DEVOTA, III PARTE, CAP. 15.

«EL CIENTO POR UNO EN ESTA VIDA»

Los bienes que tenemos no son nuestros. Dios nos los ha dado y quiere que los hagamos útiles y fructuosos... Despréndete siempre de alguna parte de tus haberes, dándolos de corazón a los pobres; porque dar de lo que se posee es empobrecerse algún tanto, y, cuanto más des, más pobre serás. Es cierto que Dios te lo devolverá, no sólo en el otro mundo, sino también en éste, porque nada ayuda tanto a prosperar como la limosna; siempre serás pobre de ello. ¡Oh! ¡Santa y rica pobreza la que nace de la limosna!

Ama a los pobres y a la pobreza, porque, mediante este amor, llegarás a ser verdaderamente pobre, porque, como dice la Escritura, nosotros nos volvemos como las cosas que amamos. El amor hace iguales a los amantes. ¿Quién es débil - dice San Pablo-, que yo no lo sea con él?» Y hubiera podido decir: «Quién es pobre, que yo no lo sea con él?» porque el amor le hacía ser como aquellos a quienes amaba. Si, pues, amas a los pobres, serás verdaderamente amante de su pobreza, y pobre como ellos. Ahora bien, si amas a los pobres, has de andar con frecuencia entre ellos; complácete en hablarles; no te desdeñes de que se acerquen a ti en las iglesias, en las calles y en todas partes. Seas con ellos pobre de palabra, hablándoles como una amiga, pero seas rica de manos, dándoles de tus bienes, ya que eres poseedora de riquezas.

¿Quieres hacer más...? No te contentes con ser pobre con los pobres, sino procura ser más pobre que los pobres, ¿De qué manera? «El siervo es menos que su señor». Hazte, pues, sierva de los pobres. Sírveles... con tus propias manos... a costa tuya. Este servicio es más glorioso que una realeza.