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12 de abril de 2016


Lecturas y Evangelio del Día

MARTES DE LA SEMANA III DE PASCUA
FERIA



ANTÍFONA DE ENTRADA     Ap 19, 5; 12, 10
Alaben a nuestro Dios todos cuantos lo temen, pequeños y grandes, porque ha llegado ya la salvación, el poder y el reinado de su Cristo. Aleluya.

ORACIÓN COLECTA
Dios nuestro, que abres la entrada del reino celestial a los que han renacido por el agua y el Espíritu Santo, aumenta sobre tus siervos la gracia que les diste, para que, purificados de todo pecado no les falte ningún bien de los que, en tu bondad, les tienes prometido. Por nuestro Señor Jesucristo...

PRIMERA LECTURA
Señor Jesús, recibe mi espíritu.
Del libro de los Hechos de los Apóstoles: 7, 51-8.
En aquellos días, habló Esteban ante el sanedrín, diciendo: "Hombres de cabeza dura, cerrados de corazón y de oídos. Ustedes resisten siempre al Espíritu Santo; ustedes son iguales a sus padres. ¿A qué profeta no persiguieron sus padres? Ellos mataron a los que anunciaban la venida del justo, al que ahora ustedes han traicionado y dado muerte. Recibieron la ley por medio de los ángeles y no la han observado".
Al oír estas cosas, los miembros del sanedrín se enfurecieron y rechinaban los dientes de rabia contra él. Pero Esteban, lleno del Espíritu Santo, miró al cielo, vio la gloria de Dios y a Jesús, que estaba de pie ala derecha de Dios, y dijo: "Estoy viendo los cielos abiertos y al Hijo del hombre de pie a la derecha de Dios".
Entonces los miembros del sanedrín gritaron con fuerza, se taparon los oídos y todos a una se precipitaron sobre él. Lo sacaron fuera de la ciudad y empezaron a apedrearlo. Los falsos testigos depositaron sus mantos a los pies de un joven, llamado Saulo.
Mientras lo apedreaban, Esteban repetía esta oración: "Señor Jesús, recibe mi espíritu". Después se puso de rodillas y dijo con fuerte voz: "Señor, no les tomes en cuenta este pecado". Diciendo esto, se durmió en el Señor. Y Saulo estuvo de acuerdo en que mataran a Esteban.
Palabra de Dios.

SALMO RESPONSORIAL
Del salmo 30, 3cd-4. 6ab.7b.8a. 17.21ab
R/. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. Aleluya.

Sé tú, Señor, mi fortaleza y mi refugio,
la muralla que me salve.
Tú, que eres mi fortaleza y mi defensa,
por tu nombre, dirígeme y guíame. R/.

En tus manos encomiendo mi espíritu
y tú, mi Dios leal, me librarás.
En ti, Señor, deposito mi confianza
y tu misericordia me llenará de alegría. R/.

Vuelve, Señor, tus ojos a tu siervo
y sálvame, por tu misericordia;
cuídame, Señor, y escóndeme junto a ti,
lejos de las intrigas de los hombres. R/.

ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO     Jn 6, 35
R. Aleluya, aleluya.
Yo soy el pan de la vida, dice el Señor; el que viene a mí ya no tendrá hambre. R/.

EVANGELIO
No fue Moisés, sino mi Padre, quien les da el verdadero pan del cielo.
Del santo Evangelio según san Juan 6, 30-35

En aquel tiempo, la gente le preguntó a Jesús: "¿Qué señal vas a realizar tú, para que la veamos y podamos creerte? ¿Cuáles son tus obras? Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como está escrito: Les dio a comer pan del cielo".
Jesús les respondió: "Yo les aseguro: No fue Moisés quien les dio pan del cielo; es mi Padre quien les da el verdadero pan del cielo. Porque el pan de Dios es aquel que baja del cielo y da la vida al mundo".
Entonces le dijeron: "Señor, danos siempre de ese pan". Jesús les contestó: "Yo soy el pan de la vida. El que viene a mí no tendrá hambre, y el que cree en mí nunca tendrá sed".
Palabra del Señor.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Recibe, Señor, los dones que, jubilosa, tu Iglesia te presenta, y puesto que es a ti a quien debe su alegría, concédele también disfrutar de la felicidad eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN     Rm 6, 8
Si hemos muerto con Cristo, creemos que también viviremos con Él. Aleluya.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Dirige, Señor, tu mirada compasiva sobre tu pueblo, al que te has dignado renovar con estos misterios de vida eterna, y concédele llegar un día a la gloria incorruptible de la resurrección. Por Jesucristo, nuestro Señor.



COMENTARIO

SAN JUSTINO (C. 100-160), FILÓSOFO Y MÁRTIR. PRIMERA APOLOGÍA, 67.66; PG 6, 427-431

«EL VERDADERO PAN DEL CIELO»: EN EL SIGLO SEGUNDO, UNA DE LAS PRIMERAS DESCRIPCIONES DE LA EUCARISTÍA FUERA DEL NUEVO TESTAMENTO

El día llamado del sol [el domingo] se reúnen todos en un lugar, lo mismo los que habitan en la ciudad que los que viven en el campo. Se leen los tratados de los apóstoles y los escritos de los profetas, según el tiempo lo permita. Cuando la lectura se termina, el que preside se encarga de amonestar, con palabras de exhortación, a la imitación de cosas tan admirables. Después nos levantamos todos a la vez y recitamos las plegarias. A continuación se trae pan, vino y agua. El que preside pronuncia fervorosamente preces y acciones de gracias, y el pueblo responde con la aclamación “Amen!”, palabra que en hebreo significa: “Así sea”.

A este alimento le llamamos eucaristía, y nadie puede tomar parte en él si no cree en la verdad de nuestra doctrina y si no ha recibido el baño del bautismo para la remisión de los pecados y la regeneración. Porque nosotros no tomamos este alimento como un pan ordinario o una bebida corriente. De la misma manera que, por la Palabra de Dios, Jesucristo nuestro Salvador se ha encarnado tomando carne y sangre para nuestra salvación, así el alimento consagrado a través de la misma palabra de su plegaria y destinada a ser alimento de nuestra carne y nuestra sangre para transformarnos, este alimento es la carne y la sangre de Jesús encarnado: esta es nuestra doctrina. Los apóstoles, en los escritos que nos han dejado y que llamamos evangelios, nos han transmitido la recomendación que Jesús les había hecho: Tomó el pan, dio gracias y dijo: «Haced esto en memoria mía; esto es mi cuerpo» E igualmente tomó la copa, dio gracias y dijo: «Esto es mi sangre». Y se los dio a ellos solos (Mt 26,26s; 1Co 11,23s)... Es en el día del sol que nos reunimos todos, porque este es el primer día, aquel en que Dios ha liberado la materia de las tinieblas para hacer el mundo, y es el día en que Jesucristo nuestro Salvador ha resucitado de entre los muertos.






COMENTARIO

BEATO JUAN VAN RUYSBROECK (1293-1381), CANÓNIGO REGULAR.

“DANOS SIEMPRE DE ESTE PAN.” (JN 6,34)

Como primer signo de amor, Jesús nos ha dado su carne como comida, su sangre como bebida. Es una cosa inaudita que exige de nosotros admiración y estupor. Lo propio del amor es dar siempre y recibir siempre. Ahora bien, el amor de Jesús es a la vez pródigo y ávido. Todo lo que tiene, todo lo que es, lo da. Todo lo que tenemos, todo lo que somos, él lo asume.

Tiene un hambre infinita... Cuanto más nuestro amor le deja actuar, más ampliamente gustaremos de él. Tiene un hambre inmensa, insaciable. Sabe bien que somos pobres, pero no lo tiene en cuenta. Se hace pan él mismo dentro de nosotros, haciendo desaparecer primero, por su amor, vicios, faltas y pecados. Luego, cuando nos ve purificados, llega, ávido, para asumir nuestra vida y cambiarla en la suya, la nuestra llena de pecados, la suya llena de gracia y de gloria, preparada para nosotros, con tal de que renunciemos...Todos los que aman, me comprenderán. Nos da a experimentar un hambre y una sed eternas.

A esta hambre, a esta sed nos da en alimento su cuerpo y su sangre. Cuando los recibimos con devoción interior, su sangre llena de calor y de gloria corre desde Dios hasta nuestras venas. El fuego prende en el fondo de nosotros y el gusto espiritual nos penetra el alma y el cuerpo, el gusto y el deseo. Nos hace semejantes a sus virtudes: él vive en nosotros y nosotros en él.






COMENTARIO

SANTO TOMÁS DE AQUINO (1225-1274), TEÓLOGO DOMINICO, DOCTOR DE LA IGLESIA. SECUENCIA PARA LA FIESTA DEL CORPUS « LAUDA SION ».

YO SOY EL PAN DE LA VIDA

Alaba, ama mía, a tu salvador
alaba a tu guía y pastor
con himnos y cánticos.

Pregona su gloria cuanto puedas,
porque Él está sobre toda alabanza,
y jamás podrás alabarle lo bastante.

El tema especial de nuestra alabanza
es hoy el Pan vivo y que da la Vida.

El cual se dio en la mesa de la sagrada Cena
al grupo de los doce Apóstoles
sin menor género de duda.

Seaa pues llena, sea sonora,
sea alegre, sea pura
la alabanza en nuestra alma.

Pues celebramos el día solemne
en que fue instituido
este divino Banquete.

En esta mesa del nuevo Rey,
la Pascua nueva de la nueva Ley
pone fin a la pascua antigua.

Lo viejo cede ante lo nuevo,
la sombra ante la realidad
y la luz ahuyenta la noche.

Los que Cristo hizo en la Cena,
mandó que se haga
en memoria suya.

Instituidos con sus santos mandatos,
consagramos el pan y el vino en Sacrificio de salvación.

Es dogma que se da a los cristianos
que el pan se convierte en Carne
y el vino en Sangre.

Lo que no comprendes y no ves,
una fe viva lo atestigua,
más allá de todo el orden de la naturaleza.

Bajo diversas especies,
que son accidentes y no sustancia,
están ocultos los dones más preciados.

Su carne es alimento y su sangre bebida,
pero Cristo está todo entero
bajo cada especie.

Quien los recibe no le rompe,
no le quebranta ni le desmiembra,
se recibe todo entero.

Lo recibe uno y lo reciben mil,
y aquél lo toma tanto como éstos,
pues no se consume al ser tomado.

Lo reciben buenos y malos,
pero con suerte desigual
de vida o de muerte.

Es muerte para los malos y vida para los buenos,
mira como un mismo alimento
produce efectos tan diversos.

Cuando se divida el Sacramento,
no vaciles, sino recuerda
que Jesucristo tan entero
está en cada parte como antes en el todo.

No se parte la sustancia,
se rompe sólo la señal,
ni el ser ni el tamaño
de Cristo presente se reducen.

He aquí el Pan de los Ángeles,
hecho viático nuestro;
verdadero pan de los hijos,
no lo echemos a los perros.

Lo representaron algunas figuras:
Isaac fue sacrificado,
el cordero pascual, inmolado;
el maná nutrió a nuestros padres.

¡Oh Jesús!, Buen Pastor, Pan verdadero,
ten piedad,
apaciéntanos y protégenos;
haz que veamos lo bienes
en la tierra de los vivientes.

Tú, que todo lo sabes y puedes,
que nos apacientas aquí, siendo aún mortales:
Haznos allí tus comensales,
coherederos y conciudadanos de los Santos.

Amén (Aleluya).