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27 de marzo de 2016


Lecturas y Evangelio del Día

DOMINGO DE RESURECCIÓN
SOLEMNIDAD



ANTIFONA DE ENTRADA     Cfr. Sal 138,18.5-6
He resucitado y viviré siempre contigo; has puesto tu mano sobre mí. Tu sabiduría ha sido maravillosa, aleluya, aleluya.

ORACIÓN COLECTA
Señor Dios, que por medio de tu Unigénito, vencedor de la muerte, nos has abierto hoy las puertas de la vida eterna, concede a quienes celebramos la solemnidad de la resurrección del Señor, resucitar también en la luz de la vida eterna, por la acción renovadora de tu Espíritu. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

PRIMERA LECTURA
Hemos comido y bebido con Cristo resucitado.
Del libro de los Hechos de los Apóstoles 10, 34. 37-43
En aquellos días, Pedro tomó la palabra y dijo: "Ya saben ustedes lo sucedido en toda Judea, que tuvo principio en Galilea, después del bautismo predicado por Juan: cómo Dios ungió con el poder del Espíritu Santo a Jesús de Nazaret y cómo éste pasó haciendo el bien, sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él.

Nosotros somos testigos de cuanto él hizo en Judea y en Jerusalén. Lo mataron colgándolo de la cruz, pero Dios lo resucitó al tercer día y concedió verlo, no a todo el pueblo, sino únicamente a los testigos que él, de antemano, había escogido: a nosotros, que hemos comido y bebido con él después de que resucitó de entre los muertos.

Él nos mandó predicar al pueblo y dar testimonio de que Dios lo ha constituido juez de vivos y muertos. El testimonio de los profetas es unánime: que cuantos creen en él reciben, por su medio, el perdón de los pecados".
Palabra de Dios.

SALMO RESPONSORIAL
Del salmo 117, 1-2. 16ab-17. 22-23
R. Este es el día del triunfo del Señor. Aleluya.

Te damos gracias, Señor, porque eres bueno,
porque tu misericordia es eterna.
Diga la casa de Israel:
Su misericordia es eterna. R.

La diestra del Señor es poderosa,
la diestra del Señor es nuestro orgullo.
No moriré, continuaré viviendo
para contar lo que el Señor ha hecho. R.

La piedra que desecharon los constructores,
es ahora la piedra angular.
Esto es obra de la mano del Señor,
es un milagro patente. R.

SEGUNDA LECTURA
Tiren la antigua levadura, pues Cristo, nuestro cordero pascual, ha sido inmolado.
De la primera carta del apóstol san Pablo a los corintios 5, 6-8

Hermanos: ¿No saben ustedes que un poco de levadura hace fermentar toda la masa? Tiren la antigua levadura, para que sean ustedes una masa nueva, ya que son pan sin levadura, pues Cristo, nuestro cordero pascual, ha sido inmolado.

Celebremos, pues, la fiesta de la Pascua, no con la antigua levadura, que es de vicio y maldad, sino con el pan sin levadura, que es de sinceridad y verdad.
Palabra de Dios.

SECUENCIA
Ofrezcan los cristianos
ofrendas de alabanza
a gloria de la Víctima
propicia de la Pascua.

Cordero sin pecado
que a las ovejas salva,
a Dios y a los culpables
unió con nueva alianza.

Lucharon vida y muerte
en singular batalla
y, muerto el que es la Vida,
triunfante se levanta.

¿Qué has visto de camino,
María, en la mañana?

A mi Señor glorioso,
la tumba abandonada,
los ángeles testigos,
sudarios y mortaja.

¡Resucitó de veras
mi amor y mi esperanza!

Venid a Galilea,
allí el Señor aguarda;
allí veréis los suyos
la gloria de la Pascua.

Primicia de los muertos,
sabemos por tu gracia
que estás resucitado;
la muerte en ti no manda.

Rey vencedor, apiádate
de la miseria humana
y da a tus fieles parte
en tu victoria santa.


ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO
R. Aleluya, aleluya.
Cristo, nuestro cordero pascual, ha sido inmolado; celebremos, pues, la Pascua. R. Aleluya.

EVANGELIO
¿Por qué buscan entre los muertos al que está vivo?
Del santo Evangelio según san Lucas: 24, 1-12

El primer día después del sábado, muy de mañana, llegaron las mujeres al sepulcro, llevando los perfumes que habían preparado. Encontraron que la piedra ya había sido retirada del sepulcro y entraron, pero no hallaron el cuerpo del Señor Jesús. Estando ellas todas desconcertadas por esto, se les presentaron dos varones con vestidos resplandecientes. Como ellas se llenaron de miedo e inclinaron el rostro a tierra, los varones les dijeron: "¿Por qué buscan entre los muertos al que está vivo? No está aquí; ha resucitado. Recuerden que cuando estaba todavía en Galilea les dijo: 'Es necesario que el Hijo del hombre sea entregado en manos de los pecadores y sea crucificado y al tercer día resucite' ". Y ellas recordaron sus palabras.

Cuando regresaron del sepulcro, las mujeres anunciaron todas estas cosas a los Once y a todos los demás. Las que decían estas cosas a los apóstoles eran María Magdalena, Juana, María (la madre de Santiago) y las demás que estaban con ellas. Pero todas estas palabras les parecían desvaríos y no les creían.

Pedro se levantó y corrió al sepulcro. Se asomó, pero sólo vio los lienzos y se regresó a su casa, asombrado por lo sucedido.

Palabra del Señor

O bien:

Él debía resucitar de entre los muertos.
Del santo Evangelio según san Juan 20, 1-9

El primer día después del sábado, estando todavía oscuro, fue María Magdalena al sepulcro y vio removida la piedra que lo cerraba. Echó a correr, llegó a la casa donde estaban Simón Pedro y el otro discípulo, a quien Jesús amaba, y les dijo: "Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo habrán puesto".

Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos iban corriendo juntos, pero el otro discípulo corrió más aprisa que Pedro y llegó primero al sepulcro, e inclinándose, miró los lienzos puestos en el suelo, pero no entró.

En eso llegó también Simón Pedro, que lo venía siguiendo, y entró en el sepulcro. Contempló los lienzos puestos en el suelo y el sudario, que había estado sobre la cabeza de Jesús, puesto no con los lienzos en el suelo, sino doblado en sitio aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro, y vio y creyó, porque hasta entonces no habían entendido las Escrituras, según las cuales Jesús debía resucitar de entre los muertos.

Palabra del Señor

O bien, en la misas vespertinas del domingo:

Quédate con nosotros; porque ya es tarde.
Del santo Evangelio según san Lucas 24, 13-35

El mismo día de la resurrección, iban dos de los discípulos hacia un pueblo llamado Emaús, situado a unos once kilómetros de Jerusalén, y comentaban todo lo que había sucedido.

Mientras conversaban y discutían, Jesús se les acercó y comenzó a caminar con ellos; pero los ojos de los dos discípulos estaban velados y no lo reconocieron. Él les preguntó: "¿De qué cosas vienen hablando, tan llenos de tristeza?"

Uno de ellos, llamado Cleofás, le respondió: "¿Eres tú el único forastero que no sabe lo que ha sucedido estos días en Jerusalén?" Él les preguntó: "¿Qué cosa?" Ellos le respondieron: "Lo de Jesús el nazareno, que era un profeta poderoso en obras y palabras, ante Dios y ante todo el pueblo. Cómo los sumos sacerdotes y nuestros jefes lo entregaron para que lo condenaran a muerte, y lo crucificaron. Nosotros esperábamos que él sería el libertador de Israel, y sin embargo, han pasado ya tres días desde que estas cosas sucedieron. Es cierto que algunas mujeres de nuestro grupo nos han desconcertado, pues fueron de madrugada al sepulcro, no encontraron el cuerpo y llegaron contando que se les habían aparecido unos ángeles, que les dijeron que estaba vivo. Algunos de nuestros compañeros fueron al sepulcro y hallaron todo como habían dicho las mujeres, pero a él no lo vieron".

Entonces Jesús les dijo: "¡Qué insensatos son ustedes y qué duros de corazón para creer todo lo anunciado por los profetas! ¿Acaso no era necesario que el Mesías padeciera todo esto y así entrara en su gloria?" Y comenzando por Moisés y siguiendo con todos los profetas, les explicó todos los pasajes de la Escritura que se referían a él.

Ya cerca del pueblo a donde se dirigían, él hizo como que iba más lejos; pero ellos le insistieron, diciendo: "Quédate con nosotros, porque ya es tarde y pronto va a oscurecer". Y entró para quedarse con ellos. Cuando estaban a la mesa, tomó un pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio. Entonces se les abrieron los ojos y lo reconocieron, pero él se les desapareció. Y ellos se decían el uno al otro: "¡Con razón nuestro corazón ardía, mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras!"

Se levantaron inmediatamente y regresaron a Jerusalén, donde encontraron reunidos a los Once con sus compañeros, los cuales les dijeron: "De veras ha resucitado el Señor y se le ha aparecido a Simón". Entonces ellos contaron lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.
Palabra del Señor.

ORACIÓN UNIVERSAL
Llenos de gozo por la santa y gloriosa Resurrección del Señor, supliquémosle con insistencia diciendo: Rey vencedor, escúchanos.

R/. Rey vencedor, escúchanos.

— A Cristo, que ha sido constituido Cabeza de la Iglesia, pidámosle que conceda gozo y felicidad a todos los fieles que celebran su triunfo.

— A Cristo, que ha otorgado el perdón y la paz a los pecadores, supliquémosle que quienes han regresado al camino del bien, perseveren en sus buenos propósitos.

— A Cristo, que ha inaugurado la resurrección universal, pidámosle que alegre el corazón de los hombres que aún desconocen [los frutos de] su victoria.

— A Cristo, que ha colmado de alegría a los pueblos y los ha enriquecido con sus dones, pidámosle que renueve la esperanza de los que sufren y lloran.

— A Cristo, que, con su gloriosa resurrección, ha alegrado al mundo entero, pidámosle que nos conceda la esperanza firme de compartir su triunfo y de resucitar con El a una vida nueva.

Señor Jesucristo, en esta fiesta de tu Resurrección te pedimos que escuches nuestras plegarias y extiendas tu diestra misericordiosa sobre este pueblo que tiene puesta en ti toda su esperanza. Tú, que vives y reinas por los siglos de los siglos.


ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Llenos de júbilo por el gozo pascual te ofrecemos, Señor, este sacrificio, mediante el cual admirablemente nace y se nutre tu Iglesia. Por Jesucristo, nuestro Señor.

ANTIFONA DE LA COMUNIÓN     1 Co 5,7-8
Cristo nuestro Cordero Pascual ha sido inmolado. Aleluya. Celebremos, pues, la Pascua, con el pan sin levadura, que es sinceridad y verdad. Aleluya.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Dios de bondad, protege paternalmente con amor incansable a tu Iglesia, para que renovada por los misterios pascuales, pueda llegar a la gloria de la resurrección. Por Jesucristo, nuestro Señor.



COMENTARIO

SAN PROCLO DE CONSTANTINOPLA (HACIA 390-446), OBISPO. SERMÓN 14; PG 65, 796.

«DÍA DE GOZO Y DE ALEGRÍA» (SL 117,24)

¡Qué fiesta más bella la de Pascua! ¡Qué bella la asamblea! ¡Esta fiesta contiene en sí tantos misterios antiguos y nuevos! En esta semana de fiesta, o mejor de alegría, por toda la tierra los hombres se alegran e incluso las potestades del cielo se unen a nosotros para celebrar con gozo la resurrección del Señor. Exultan los ángeles y los arcángeles que esperan que el rey de los cielos, Cristo nuestro Dios, vuelva de la tierra vencedor; exultan los coros de los santos que proclaman a Cristo «el que fue engendrado antes de la aurora» (Sl 109,3). Exulta la tierra: la sangre de un Dios la ha lavado. Exulta el mar: el paso del Señor lo ha honrado. Que exulte todo hombre renacido del agua y del Espíritu; que exulte Adán, el primer hombre, liberado de la antigua maldición...

La resurrección de Cristo no sólo ha instaurado este día de fiesta, sino que en lugar del sufrimiento nos procura la salvación, en lugar de la muerte la inmortalidad, en lugar de las heridas la sanación, en lugar de la degradación la resurrección. En otro tiempo el misterio de Pascua se realizaba en Egipto según los ritos señalados por la Ley; el sacrificio del cordero no era más que un signo. Pero hoy celebramos, según el Evangelio, una pascua espiritual que es el día de la resurrección. Allí se inmolaba un cordero del rebaño...; aquí es Cristo en persona el que se ofrece como cordero de Dios. Allí, un animal del aprisco; aquí, no un cordero, sino el pastor, él mismo, el que da su vida por sus ovejas (Jn 10,11)... Allí, los hebreos atravesaron el mar Rojo y entonaron un himno de victoria en honor de su defensor: «Cantemos al Señor, sublime es su victoria» (Ex 15,1). Aquí, los que han sido considerados dignos del bautismo, cantan en su corazón el himno de victoria: «Uno solo es santo, un solo Dios, Jesucristo en la gloria de Dios Padre. Amén». Y el profeta exclama: «El Señor reina vestido de majestad» (Sl 92,1). Los hebreos atravesaron el desierto y comieron el maná. Hoy, al salir de las fuentes bautismales comen el pan bajado del cielo (Jn 6,51).






COMENTARIO

BEATO JOHN HENRY NEWMAN (1801-1890), TEÓLOGO, FUNDADOR DEL ORATORIO EN INGLATERRA. SERMÓN “LA DIFICULTAD EN REALIZAR LOS PRIVILEGIOS SAGRADOS”, PPS, T. 6, N°8.

ESTE ES EL DÍA

Este es el día en que actu￳ el Se￱or, sea nuestra alegría y nuestro gozo” (Sal. 117,24)... Como cristianos nacimos para el Reino de Dios desde nuestra más tierna infancia... pero, aun siendo conscientes de esta verdad y creyendo plenamente, tenemos muchas dificultades en acoger este privilegio y pasamos largo tiempo en comprenderlo. Nadie, por supuesto, lo comprende plenamente... Y hasta en este gran día, este día entre los días, donde Cristo resucita de entre los muertos... nosotros estamos como recién nacidos... a los que les faltan ojos para ver y un corazón para comprender quiénes somos verdaderamente... Este es el dia de Pascua, repitámoslo una y otra vez, con un respeto profundo y una gran alegría. Como los niños cuando dicen: Ha llegado la primavera " o " mirad el mar ", para expresar la idea..., digamos: " he aquí el día entre los días, el día real (Ap. 1,10 griego), el día del Señor. He aquí el día en que el Cristo ha resucitado de entre los muertos, el día que nos trae la salvación". Este es el día que nos trae lo más grande que podemos comprender. Es el día de nuestro descanso, nuestro verdadero sábado; Cristo ha entrado en su descanso (He 4), y nosotros con Él. Este día nos conduce, en prefiguración, a través de la tumba y las puertas de la muerte, hasta el tiempo del descanso en el seno de Abraham (Hech. 3,20; Lc 16,22). Estamos bastante cansados de la oscuridad, el cansancio, la tristeza y el remordimiento. Estamos bastante cansados de este mundo agotador. Estamos cansados de sus ruidos y su jaleo; su mejor música, es sólo un ruido. Pero ahora reina el silencio, y es un silencio que habla...: tal es nuestra suerte en lo sucesivo. Hoy es el comienzo de días tranquilos y serenos, en los que podemos escuchar a Cristo, con su " voz dulce y tranquila " (1R 19,12), porque el mundo ya no habla más.

Despojémonos de este mundo, y revistámonos de Cristo (Ef. 4,22; Rm 13,14)... ¡Esforcémonos en desvestirnos así, para revestirnos de cosas invisibles e imperecederas! Esforcémonos en crecer en gracia y en el conocimiento de nuestro Señor y Salvador, día a día, año tras año, hasta que nos lleve con Él... en el Reino de su Padre y nuestro Padre, de su Dios y nuestro Dios (Jn 20,17).