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30 de septiembre de 2014


Lecturas y Evangelio del Día

MEMORIA DE SAN JERÓNIMO, PRESBÍTERO Y DOCTOR DE LA IGLESIA

PRIMERA LECTURA

Del libro de Job: 3, 1-3. 11. 16. 12-15. 17. 20-23

¿Para qué dar la luz de la vida a un miserable?

Job abrió sus labios y maldijo el día de su nacimiento, diciendo: "¡Maldito el día en que nací, la noche en que se dijo: 'Ha sido concebido un varón'! ¿Por qué no morí en el seno de mi madre? ¿Por qué no perecí al salir de sus entrañas o no fui como un aborto que se entierra, una criatura que no llegó a ver la luz? ¿Por qué me recibió un regazo y unos pechos me amamantaron?

Ahora dormiría tranquilo y descansaría en paz, con los reyes de la tierra, que se construyen mausoleos, o con los nobles, que amontonan oro y plata en sus palacios. Allí ya no perturban los malvados y forzosamente reposan los inquietos.

¿Para qué dieron la luz de la vida a un miserable, aquel que la pasa en amargura; al que ansía la muerte, que no llega, y la busca como un tesoro escondido; al que se alegraría ante la tumba y gozaría al recibir la sepultura; al hombre que no encuentra su camino, porque Dios le ha cerrado las salidas?"

Palabra de Dios.


SALMO RESPONSORIAL

Del salmo 87

R/. Señor, presta oído a mi clamor.

Señor, Dios mío, de día te pido auxilio,
de noche grito en tu presencia.
Que llegue hasta ti mi súplica,
presta oído a mi clamor. R/.

Porque mi alma está llena de desdichas
y mi vida está al borde del abismo;
ya me cuentan entre los que bajan a la tumba,
soy como un inválido. R/.

Tengo ya mi lugar entre los muertos,
igual que los cadáveres que yacen en las tumbas,
de los cuales, Señor, ya no te acuerdas,
porque fueron arrancados de tu mano. R/.

Me has colocado en el fondo de la tumba,
en las tinieblas del abismo.
Tu cólera pesa sobre mí,
y estrellas contra mí todas tus olas. R/.


EVANGELIO

Del santo Evangelio según san Lucas: 9, 51-56

Jesús tomó la firme determinación de ir a Jerusalén.

Cuando ya se acercaba el tiempo en que tenía que salir de este mundo, Jesús tomó la firme determinación de emprender el viaje a Jerusalén. Envió mensajeros por delante y ellos fueron a una aldea de Samaria para conseguirle alojamiento; pero los samaritanos no quisieron recibirlo, porque supieron que iba a Jerusalén. Ante esta negativa, sus discípulos Santiago y Juan le dijeron: "Señor, ¿quieres que hagamos bajar fuego del cielo para que acabe con ellos?" Pero Jesús se volvió hacia ellos y los reprendió. Después se fueron a otra aldea.

Palabra del Señor.




COMENTARIO

SAN AGUSTÍN (354-430), OBISPO DE HIPONA (ÁFRICA DEL NORTE) Y DOCTOR DE LA IGLESIA MEDITACIONES, C. 18

EL CAMINO HACIA JERUSALÉN

El peso de nuestra fragilidad hace que nos inclinemos del lado de las realidades e aquí abajo; el fuego de tu amor, Señor, nos eleva y nos lleva hacia las realidades de allá arriba. Subimos hasta ellas por el impulso de nuestro corazón, cantando los salmos de la subida. Quemamos con tu fuego, el fuego de tu bondad; es él el que nos transporta.

¿Adónde nos haces subir de esta manera? Hacia la paz de la Jerusalén celestial. «Qué alegría cuando me dijeron: vamos a la casa del Señor» (Sl 121,1). Tan sólo el deseo de permanecer allí eternamente puede hacernos llegar hasta ella. Mientras estamos en nuestro cuerpo caminamos hacia ti. Aquí abajo no tenemos ciudad permanente; buscamos sin cesar nuestra morada en la ciudad futura (Hb 13,14).

Que tu gracia, Señor, me conduzca hasta el fondo de mi corazón para cantar allí tu amor, a ti mi Rey y mi Dios... Acordándome de esta Jerusalén celestial, mi corazón subirá hasta ella: hacia Jerusalén mi verdadera patria, Jerusalén mi verdadera madre (Gal 4,26). Tú eres su Rey, su luz, su defensor, su protector, su pastor; tú eres su gozo inalterable; tu bondad es la fuente de todos sus bienes inexpresables... tú, mi Dios y mi divina misericordia.