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20 de septiembre de 2014


Lecturas y Evangelio del Día

SÁBADO DE LA SEMANA 24 DEL TIEMPO ORDINARIO

FERIA

PRIMERA LECTURA

De la primera carta del apóstol san Pablo a los corintios: 15, 35-37. 42-49

Se entierra un cuerpo corruptible y resucita incorruptible.

Hermanos: Hay algunos que preguntan: "¿Cómo resucitan los muertos? ¿Qué clase de cuerpo van a tener?". Es que no se han puesto a pensar que el grano que se siembra tiene que morir, para que nazca la planta. Lo que se siembra no es la planta que va a brotar, sino solamente la semilla, por ejemplo, de trigo o de cualquier otra cosa.

Lo mismo sucede en la resurrección de los muertos: se siembra un cuerpo corruptible y resucita incorruptible; se siembra un cuerpo miserable y resucita glorioso; se siembra débil y resucita fuerte; se siembra un cuerpo puramente humano y resucita un cuerpo vivificado por el espíritu divino.

Pues si existe un cuerpo puramente humano, también existe un cuerpo vivificado por el espíritu. En efecto, la Escritura dice que el primer hombre, Adán, fue un ser que tuvo vida; el último Adán es espíritu que da la vida. Sin embargo, no existe primero lo vivificado por el Espíritu, sino lo puramente humano; lo vivificado por el Espíritu viene después.

El primer hombre, hecho de tierra, es terreno; el segundo viene del cielo. Como fue el hombre terreno, así son los hombres terrenos; como es el hombre celestial, así serán los celestiales. Y del mismo modo que fuimos semejantes al hombre terreno, seremos también semejantes al hombre celestial.

Palabra de Dios.


SALMO RESPONSORIAL

Del salmo 55

R/. Caminaré en la presencia del Señor.

Yo sé bien que el Señor está conmigo;
por eso en Dios, cuya promesa alabo, sin temor me confío.
¿Qué hombre ha de poder causarme daño? R/.

Te debo, Señor, las promesas que te hice,
te las cumpliré con acción de gracias,
porque libraste mi vida de la muerte, mis pies de la caída,
para que camine en la presencia de Dios,
mientras tengo la luz de la vida. R/.


EVANGELIO

Del santo Evangelio según san Lucas: 8, 4-15

Lo que cayó en tierra buena representa a los que escuchan la palabra, la conservan en un corazón bueno y bien dispuesto, y dan fruto por su constancia.

En aquel tiempo, mucha gente se había reunido alrededor de Jesús, y al ir pasando por los pueblos, otros más se le unían. Entonces les dijo esta parábola:

"Salió un sembrador a sembrar su semilla. Al ir sembrando, unos granos cayeron en el camino, la gente los pisó y los pájaros se los comieron. Otros cayeron en terreno pedregoso, y al brotar, se secaron por falta de humedad. Otros cayeron entre espinos, y al crecer éstos, los ahogaron. Los demás cayeron en tierra buena, crecieron y produjeron el ciento por uno". Dicho esto, exclamó: "¡El que tenga oídos para oír, que oiga!"

Entonces le preguntaron los discípulos: "¿Qué significa esta parábola?" Y él les respondió: "A ustedes se les ha concedido conocer claramente los secretos del Reino de Dios; en cambio, a los demás, sólo en parábolas para que viendo no vean y oyendo no entiendan.

La parábola significa esto: la semilla es la palabra de Dios. Lo que cayó en el camino representa a los que escuchan la palabra, pero luego viene el diablo y se la lleva de sus corazones, para que no crean ni se salven. Lo que cayó en terreno pedregoso representa a los que, al escuchar la palabra, la reciben con alegría, pero no tienen raíz; son los que por algún tiempo creen, pero en el momento de la prueba, fallan. Lo que cayó entre espinos representa a los que escuchan la palabra, pero con los afanes, riquezas y placeres de la vida, se van ahogando y no dan fruto. Lo que cayó en tierra buena representa a los que escuchan la palabra, la conservan en un corazón bueno y bien dispuesto, y dan fruto por su constancia".

Palabra del Señor.




COMENTARIO

SAN AMADEO DE LAUSANA(1108- 1159), CISTERCIENSE, DESPUÉS OBISPO. HOMILÍA VI; SC 72

«EL HA DADO EL FRUTO ABUNDANTE»

El ha caído en tierra y ha muerto y ha dado mucho fruto(Jn 12,24). Se ha dejado caer como una semilla para recolectar en la siega al género humano. ¡Dichoso el seno de María donde la misma semilla ha tomado raíz! Dichosa ella a quien se ha dicho: «Tu seno es como un montón de trigo, rodeado de licor»(Ct 7, 3). ¿No es como un montón de trigo, el seno de la Virgen, dilatado bajo la acción del que ha caído en él, y dónde ha levantado toda la siega de los rescatados? Si, nosotros mismos muertos al pecado, renacemos en Cristo en la fuente bautismal por el baño de la regeneración, a fin de vivir en el que ha muerto por todos. También el apóstol dice: «Vosotros todos que habéis sido bautizados en Cristo, os habéis revestido de Cristo»(Gal 3, 27). De un solo grano vienen por tanto numerosas cosechas, de un grano salido del seno de la Virgen María.

El es llamado «montón» de trigo, no tanto a causa del nombre de los rescatados, sino a causa de la fuerza de esta semilla, por la eficacia del sembrador, más bien que por la abundancia del aquellos que cosechan. ¡Es tú Hijo, María! El es el que por ti ha resucitado de los muertos y en tu carne ha subido por encima de los cielos, para llenar todas las cosas. Tú estás en posesión de la alegría, oh Bienaventurada; tú has recibido en herencia el objeto de tu deseo, la corona de tu cabeza... Alégrate y sé dichosa, pues ha resucitado el que es tu gloria. Tú te alegras de su concepción, tú has sido afligida en su Pasión. Tú te alegras de su resurrección ahora. Nadie te quitará tu alegría, pues Cristo resucitado no muere más, la muerte no tiene dominio sobre él(Rm 6, 9).