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12 de septiembre de 2014


Lecturas y Evangelio del Día

VIERNES DE LA SEMANA 23 DEL TIEMPO ORDINARIO

FERIA

PRIMERA LECTURA

De la primera carta del apóstol san Pablo a los corintios: 9, 16-19. 22-27

Me he hecho todo a todos, a fin de ganarlos a todos.

Hermanos: No tengo por qué presumir de predicar el Evangelio, puesto que ésa es mi obligación. ¡Ay de mí, si no anuncio el Evangelio! Si yo lo hiciera por propia iniciativa, merecería recompensa; pero si no, es que se me ha confiado una misión. Entonces, ¿en qué consiste mi recompensa? Consiste en predicar el Evangelio gratis, renunciando al derecho que tengo a vivir de la predicación.

Aunque no estoy sujeto a nadie, me he convertido en esclavo de todos para ganarlos a todos. Con los débiles me hice débil, para ganar a los débiles. Me he hecho todo a todos, a fin de ganarlos a todos. Todo lo hago por el Evangelio, para participar yo también de sus bienes.

¿No saben que en el estadio todos los corredores compiten, pero uno solo recibe el premio? Corran de manera que consigan el premio. Además, todos los atletas se privan de muchas cosas: ellos lo hacen por un premio que se acaba; nosotros, en cambio, por uno que dura para siempre.

Así pues, yo corro, pero no a ciegas, y lucho, pero no dando golpes al aire, sino que domino mi cuerpo y lo obligo a que me sirva, no sea que, después de predicar a los demás, quede yo descalificado.

Palabra de Dios.


SALMO RESPONSORIAL

Del salmo 83

R/. Qué agradable, Señor, es tu morada.

Anhelando los atrios del Señor
se consume mi alma.
Todo mi ser de gozo se estremece
y el Dios vivo es la causa. R/.

Hasta el gorrión encuentra casa
y la golondrina un lugar para su nido,
cerca de tus altares,
Señor de los ejércitos, Dios mío. R/.

Dichosos los que viven en tu casa,
te alabarán para siempre;
dichosos los que encuentran en ti su fuerza
y la esperanza de su corazón. R/.

El Señor es sol y escudo,
Dios concede favor y gloria.
El Señor no niega sus bienes
a los de conducta intachable. R/.


EVANGELIO

Del santo Evangelio según san Lucas: 6, 39-42

¿Puede un ciego guiar a otro ciego?

En aquel tiempo, Jesús propuso a sus discípulos este ejemplo: "¿Puede acaso un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en un hoyo? El discípulo no es superior a su maestro; pero cuando termine su aprendizaje, será como su maestro.

¿Por qué ves la paja en el ojo de tu hermano y no la viga que llevas en el tuyo? ¿Cómo te atreves a decirle a tu hermano: 'Déjame quitarte la paja que llevas en el ojo', si no adviertes la viga que llevas en el tuyo? ¡Hipócrita! Saca primero la viga que llevas en tu ojo y entonces podrás ver, para sacar la paja del ojo de tu hermano".

Palabra del Señor.




COMENTARIO

SAN AGUSTÍN (354-430), OBISPO DE HIPONA (ÁFRICA DEL NORTE) Y DOCTOR DE LA IGLESIA. EXPLICACIÓN AL SERMÓN DE LA MONTAÑA, 19

LA VIGA Y LA MOTA

«¿Cómo puedes decir a tu hermano: «hermano, déjame que te saque la mota del ojo», sin fijarte en la viga que llevas en el tuyo? ¡Hipócrita! Sácate primero la viga de tu ojo, y entonces verás claro para sacar la mota del ojo de tu hermano», es decir: Primero echa lejos de ti el odio: después podrás corregir al que amas. Y dice precisamente «hipócrita». Cepillar los propios vicios debe de ser propio de hombres justos y benévolos. Si lo hacen los malos usurpan un derecho; hacen pensar en los comediantes que detrás de una máscara esconden su verdadera identidad...

Cuando debamos censurar o corregir, procuremos, con escrupulosa preocupación, preguntarnos: ¿No hemos cometido nunca esta falta; nos hemos curado? Aunque nunca la hayamos cometido, acordémonos que somos humanos y que la hubiéramos podido cometer. Si, por el contrario, la hemos cometido en tiempos pasados, acordémonos de nuestra fragilidad para que nuestra corrección o aviso se vea impregnado de benevolencia y no de odio. Que después el culpable sea mejor o peor –porque el resultado es incierto- por lo menos habremos asegurado que nuestra mirada permanezca pura. Pero si a lo largo de nuestra introspección, descubrimos en nosotros mismos el mismo defecto que pretendemos corregir, en lugar de reprender, lloremos con el culpable; no le pidamos que nos obedezca sino que comparta nuestro esfuerzo.