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11 de agosto de 2014


Lecturas y Evangelio del Día

MEMORIA DE SANTA CLARA

PRIMERA LECTURA

Del libro del profeta Ezequiel: 1, 2-5. 24-28

La gloria del Señor se manifestó en forma visible.

El día cinco del mes cuarto (era el año quinto de la deportación del rey Joaquín), me fue dirigida la palabra del Señor a mí, Ezequiel, sacerdote, hijo de Buzí, en el país de los caldeos, a orillas del río Kebar, y fui arrebatado en éxtasis.

Vi venir del norte un viento huracanado, una gran nube rodeada de resplandores y relámpagos, y en su centro, algo parecido al brillo del ámbar. En medio aparecían cuatro seres vivientes, que tenían forma humana. Oí el ruido de sus alas cuando se movían: era como el estruendo de un río caudaloso, como el trueno del Altísimo, como la gritería de una multitud o como el estruendo de un ejército en batalla. Cuando se detenían, plegaban sus alas.

Encima de la plataforma había una especie de zafiro en forma de trono y de esta especie de trono sobresalía una figura, que parecía un hombre. Vi luego una luz, como brillo de ámbar, como un fuego que envolvía al hombre, desde la cintura para arriba; desde la cintura para abajo, vi también algo como fuego, que difundía su resplandor, parecido al del arco iris que se ve en las nubes, cuando llueve. Tal era la apariencia visible de la gloria del Señor. Cuando yo la vi, caí rostro en tierra.

Palabra de Dios.


SALMO RESPONSORIAL

Del salmo 148

R/. El cielo y la tierra están llenos de tu gloria.

Alaben al Señor en las alturas,
alábenlo en el cielo,
que alaben al Señor todos sus ángeles,
celestiales ejércitos. R/.

Reyes y pueblos todos de la tierra,
gobernantes y jueces de este mundo;
hombres, mujeres, jóvenes y ancianos,
alaben al Señor y denle culto. R/.

El nombre del Señor alaben todos,
pues su nombre es excelso;
su gloria sobrepasa cielo
y tierra, y ha hecho fuerte a su pueblo. R/.

Que alaben al Señor todos sus fieles,
los hijos de Israel,
el pueblo que ha gozado
siempre de familiaridad con él. R/.


EVANGELIO

Del santo Evangelio según san Mateo: 17, 22-27

Lo van a matar, pero al tercer día va a resucitar.

En aquel tiempo, se hallaba Jesús con sus discípulos en Galilea y les dijo: "El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres; lo van a matar, pero al tercer día va a resucitar". Al oír esto, los discípulos se llenaron de tristeza.

Cuando llegaron a Cafarnaúm, se acercaron a Pedro los recaudadores del impuesto para el templo y le dijeron: "¿Acaso tu maestro no paga el impuesto?" Él les respondió: "Sí lo paga".

Al entrar Pedro en la casa, Jesús se adelantó a preguntarle: "¿Qué te parece, Simón? ¿A quiénes les cobran impuestos los reyes de la tierra, a los hijos o a los extraños?". Pedro le respondió: "A los extraños". Entonces Jesús le dijo: "Por lo tanto, los hijos están exentos. Pero para no darles motivo de escándalo, ve al lago y echa el anzuelo, saca el primer pez que pique, ábrele la boca y encontrarás una moneda. Tómala y paga por mí y por ti".

Palabra del Señor.




COMENTARIO

SAN AMBROSIO (HACIA 340-397), OBISPO DE MILÁN Y DOCTOR DE LA IGLESIA. COMENTARIO DEL SALMO 48,14-15

«LOS HIJOS SON LIBRES»

Cuando Cristo reconcilió el mundo con Dios, personalmente no tuvo necesidad de reconciliación el mismo. El que no tuvo ni sombra de pecado no podía expiar sus propios pecados. Así, cuando le pidieron los judíos el didracma del tributo que, según la Ley, se tenía que pagar por el pecado, pregunto a Pedro: «Simón, ¿ los reyes del mundo a quien le cobran impuestos? ¿ A sus hijos o a los extraños?» Pedro contestó:«A los extraños». Jesús le dijo:«Los hijos están exentos. Sin embargo, para no escandalizarlos, ve al lago, echa el anzuelo, coge el primer pez que pique, ábrele la boca y encontrarás una moneda de plata. Cógela y págales por mí y por ti».

Cristo dio a entender con esto que él no estaba obligado a pagar para expiar pecados propios, porque no era esclavo del pecado, sino que, siendo como era Hijo de Dios, estaba exento de toda culpa. El Hijo libera y el esclavo está sujeto al pecado. Por tanto es libre de todo, Jesús no tiene por qué dar ningún precio en rescate de sí mismo, el precio de su sangre es más que suficiente para satisfacer por los pecados de todo el mundo. El que nada debe esté en perfectas condiciones para satisfacer por los demás.

Pero yo veo más. Cristo no necesita pagar por la redención y la expiación de los pecados personales. Si tú consideras a todo hombre creyente, tu le puedes decir que ninguno debe pagar por su propia expiación, porque Cristo ha expiado por la redención de todos.