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17 de julio de 2014


Lecturas y Evangelio del Día

JUEVES DE LA SEMANA 15 DEL TIEMPO ORDINARIO

FERIA

PRIMERA LECTURA

Del libro del profeta Isaías: 26, 7-9. 12. 16-19

Despierten jubilosos, los que habitan en los sepulcros.

La senda del justo es recta porque tú, Señor, le allanas el sendero. En el camino de tus mandamientos te buscamos, anhelando, Señor, tu nombre y tu recuerdo. Mi alma te desea por la noche y mi espíritu te busca por la mañana, porque tus mandamientos son la luz de la tierra y enseñan justicia a los habitantes del orbe.
Tú nos darás, Señor, la paz, porque todo lo que hemos hecho eres tú quien lo ha hecho por nosotros.
Acudimos a ti, Señor, en el peligro, cuando nos angustiaba la fuerza de tu castigo. Como una mujer que va a dar a luz, que se retuerce y grita angustiada, así éramos, Señor, en tu presencia: concebimos y nos retorcimos, ¡pero lo único que hemos dado a luz ha sido viento! No le hemos dado salvación al país, no le han nacido habitantes al mundo.
Tus muertos vivirán, sus cadáveres resucitarán, despertarán jubilosos los que habitan en los sepulcros, porque tu rocío es rocío luminoso y la tierra de las sombras dará a luz.

Palabra de Dios.


SALMO RESPONSORIAL

Del salmo 101

R/. El Señor tiene compasión de nosotros.

Tú, Señor, reinas para siempre
y tu fama pasa de generación en generación.
Levántate y ten misericordia de Sión,
pues ya es tiempo de que te apiades de ella.
Tus siervos aman sus piedras
y se compadecen de sus ruinas. R/.

Cuando el Señor reedifique a Sión y aparezca glorioso,
cuando oiga el clamor del oprimido
y no se muestre a sus plegarias sordo,
entonces temerán al Señor todos los pueblos,
y su gloria verán los poderosos. R/.

Esto se escribirá para el futuro
y alabará al Señor el pueblo nuevo,
porque el Señor, desde su altura santa,
ha mirado a la tierra desde el cielo,
para oír los gemidos del cautivo
y librar de la muerte al prisionero. R/.


EVANGELIO

Del santo Evangelio según san Mateo: 11, 28-30

Soy manso y humilde de corazón.

En aquel tiempo, Jesús dijo: "Vengan a mí, todos los que están fatigados y agobiados por la carga, y yo les daré alivio. Tomen mi yugo sobre ustedes y aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontrarán descanso, porque mi yugo es suave y mi carga, ligera".

Palabra del Señor.




COMENTARIO

"¡VENGAN A MI!"




En la primera lectura nos encontramos con el canto alborozado de alguien que ha descubierto quién es Dios y los beneficios que acarrea la amistad con Él. Después de que Jesús, el Hijo de Dios, viniera hasta nosotros y nos mostrara claramente el rostro de Dios y su inmenso a amor a los hombres, las palabras de Isaías las podemos proclamar con más fuerza. Quien se ha encontrado con Dios sabe bien que Él siempre allana el sendero del justo, que nunca está para poner piedras en el camino; por eso, sea de día sea de noche, su recuerdo y su presencia le perseguirán, y ansiará con toda su alma disfrutar de su rostro… y madrugará cada día para encontrase nuevamente con Él, porque experimenta que todo lo suyo le llevará a la paz, la justicia, la luz. En los momentos de peligro, ¡cómo no! acudirá a Él para recibir su ayuda y su consuelo. Experimenta que su vida está en sus manos y que si se separa de él todo será debilidad y tinieblas. Ya no podrá vivir sin Él. “Yo soy la vid, vosotros los sarmientos”.
Las palabras de Jesús en el evangelio están en la misma línea. Es el mismo Jesús quien nos anima a acudir a Él en los momentos de cansancio y agobio. Acudir a Él no nos quitará nuestros problemas, nuestras zozobras por seguirle y vivir su camino y su evangelio. Pero en su amistad encontraremos descanso y la fuerza suficiente para continuar hasta el final y no desviarnos del camino por él trazado, porque ya hemos experimentando que el Camino nos lleva a la Vida. Una vez más y ante la descristianización reinante, sin apretar los puños, sino porque nos brota de nuestra experiencia, no queremos apartarnos de la amistad de Jesús. Ningún otro nos proporciona lo que Él nos proporciona: luz, amor, perdón, justicia, verdad… alimentos que sacian nuestro corazón. “¿A quién iríamos?”.


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